Página 327 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La iglesia remanente no es Babilonia
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los pecados del mundo. La iglesia es la depositaria de las riquezas
de la gracia de Cristo, y por la iglesia se manifestará finalmente
la revelación final y completa del amor de Dios al mundo que ha
de quedar iluminado por su gloria. La oración de Cristo, de que su
iglesia fuese una, como él y el Padre eran uno, quedará finalmente
contestada. Será concedida una rica porción del Espíritu Santo, y
por su constante provisión a los hijos de Dios, ellos llegarán a ser
testigos del poder de Dios para salvar.
En el mundo existe solamente una iglesia que esté actualmente
en la brecha, reparando el muro, reedificando las ruinas; y cualquier
hombre que llame la atención del mundo y de las otras iglesias a esta
iglesia, denunciándola como Babilonia, hace una obra en armonía
con la del acusador de los hermanos. ¿Es posible que se levanten de
entre nosotros hombres que hablen cosas perversas, que expresen
los mismos sentimientos que Satanás quisiera ver diseminados en el
mundo acerca de los que guardan los mandamientos de Dios y tienen
la fe de Jesús? ¿No hay bastante trabajo que hacer para satisfacer
vuestro celo en la obra de presentar la verdad a aquellos que están
en las tinieblas del error?
Como quienes han sido designados administradores de recursos y
capacidades, habéis estado dando una aplicación errónea a los bienes
de vuestro Señor al diseminar el error. El mundo entero está lleno de
odio hacia los que proclaman que la ley de Dios está en vigencia, y
la iglesia leal a Jehová debe sostener un conflicto no común. “Porque
no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados,
contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas
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tinieblas, contra malicias espirituales en los aires.”
Efesios 6:12
.
Los que en sentido alguno se den cuenta de lo que significa esta
guerra, no volverán sus armas contra la iglesia militante, sino que
con todas sus facultades lucharán junto al pueblo de Dios contra la
confederación del mal.
Los que se ponen a proclamar un mensaje bajo su propia res-
ponsabilidad individual, los que, al par que aseveran ser enseñados
y conducidos por Dios, se dedican especialmente a derribar lo que
Dios ha estado edificando durante años, no están haciendo la vo-
luntad de Dios. Sépase que estos hombres están de parte del gran
engañador. No los creáis. Se están aliando con los enemigos de
Dios y la verdad. Se burlarán de la orden del ministerio como de un