Página 326 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La iglesia remanente no es Babiloni
Durante años he dado mi testimonio en el sentido de que cuando
se levantan personas que aseveran tener gran luz, y sin embargo,
abogan por la demolición de lo que el Señor ha estado edificando por
medio de sus agentes humanos, están muy engañados y no trabajan
en cooperación con Cristo. Los que aseveran que las iglesias adven-
tistas constituyen Babilonia, o parte alguna de Babilonia, deberían
permanecer en casa. Deténganse y consideren cuál es el mensaje
que debe ser proclamado en este tiempo. En lugar de trabajar con
los agentes divinos para preparar un pueblo que pueda subsistir en
el día del Señor, se han colocado al lado de aquel que es el acusador
de los hermanos, quien los acusa día y noche delante de Dios. ...
Aunque existen males en la iglesia, y los habrá hasta el fin del
mundo, la iglesia ha de ser en estos postreros días luz para un mundo
que está contaminado y desmoralizado por el pecado. La iglesia,
debilitada y deficiente, que necesita ser reprendida, amonestada y
aconsejada, es el único objeto de esta tierra al cual Cristo conceda
su consideración suprema. El mundo es un taller en el cual, por la
cooperación de los agentes humanos y divinos, Jesús está haciendo
experimentos por su gracia y misericordia divina en los corazones
humanos.
Los ángeles se asombran al contemplar la transformación del
carácter realizada en aquellos que se entregan a Dios, y expresan
su gozo en cantos de arrobada alabanza a Dios y al Cordero. Ven a
aquellos que son por naturaleza hijos de la ira, convertirse y llegar a
ser colaboradores con Cristo para traer almas a Dios. Ven a aquellos
que estaban en tinieblas transformárse en luces que resplandecen
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en medio de la noche moral de esta generación perversa. Los ven
siendo preparados por una experiencia como la de Cristo para sufrir
con su Señor y más tarde participar con él de su gloria en el cielo.
Dios tiene en la tierra una iglesia que está ensalzando la ley
pisoteada, y presentando al mundo el Cordero de Dios que quita
Testimonies to Ministers and Gospel Workers, 36-62 (1893)
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