Página 329 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La iglesia remanente no es Babilonia
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designios de Satanás, sino que subsista en el mundo y fomente la
gloria de Dios entre los hombres. Habrá siempre un fiero conflicto
entre la iglesia y el mundo. Un espíritu chocará contra otro, un
principio contra otro, la verdad contra el error; pero en la crisis
que ya se ha iniciado y que pronto ha de culminar, los hombres de
experiencia habrán de hacer la obra que Dios les ha asignado, y velar
por las almas como quienes han de dar cuenta. ...
Entiendan todos las palabras que escribo ahora. Los que colabo-
ran con Dios son sólo sus instrumentos, y no poseen en sí mismos
gracia esencial ni santidad. Sólo cooperando con los seres celestiales
es como tienen éxito. No son sino vasos terrenos, depositarios en
quienes Dios pone los tesoros de su verdad. Pablo puede plantar y
Apolo regar, pero es únicamente Dios quien da el crecimiento.
Dios nos habla por medio de agentes señalados, y ningún hom-
bre o confederación de hombres ha de insultar al Espíritu de Dios
negándose a oír el mensaje de la palabra de Dios de los labios de
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sus mensajeros escogidos. Al negarse a oír el mensaje de Dios, los
hombres se encierran en una cámara de tinieblas. Mantienen sus
almas encerradas y alejadas de grandes bendiciones, y al manifestar
falta de respeto por los agentes que Dios designó, privan a Cristo de
la gloria que le habría de tocar.
Dios no es autor de confusión, sino de paz. Pero Satanás es
un enemigo vigilante que nunca duerme, que siempre obra sobre
las mentes humanas, buscando un suelo en el cual pueda sembrar
su cizaña. Si halla alguien a quien pueda alistar en su servicio, le
sugerirá ideas y teorías falsas, y lo hará celoso en la defensa del
error. La verdad no sólo convierte, sino que realiza la purificación de
quien la recibe. Jesús nos aconseja que nos guardemos de los falsos
maestros.
Desde el comienzo de nuestra obra, se han levantado de vez en
cuando hombres que defendían teorías nuevas y sorprendentes. Pero
si los que aseveran creer la verdad acudiesen a quienes tienen expe-
riencia y a la Palabra de Dios con un espíritu humilde y susceptible
de ser enseñado, y examinasen sus teorías a la luz de la verdad, con
la ayuda de los hermanos que han sido diligentes estudiantes de la
Biblia, y al mismo tiempo dirigiesen súplicas a Dios, preguntando:
¿Es éste el camino del Señor, o es una senda falsa en la cual Satanás
quiere guiarme? recibirían luz, y escaparían de la red del cazador.