La obra para este tiempo
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Debemos vivir una vida doble, una vida de meditación y acción,
de oración silenciosa y trabajo ardoroso. Todos los que han recibido
la luz de la verdad deben considerar que es su deber derramar rayos
de luz sobre la senda de los impenitentes. Debemos ser testigos por
Cristo en nuestras oficinas tan ciertamente como en la iglesia. Dios
requiere de nosotros que seamos epístolas vivas, conocidas y leídas
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de todos los hombres. El alma que por la oración diaria y ferviente
busca en Dios su fortaleza, su apoyo, su poder, tendrá nobles as-
piraciones, claras percepciones de la verdad y elevados propósitos
de acción y continua sed y hambre de justicia. Al mantenernos en
relación con Dios, nos veremos capacitados para comunicar a otros,
mediante nuestro trato con ellos, la luz, la paz, la serenidad que rigen
en nuestro corazón y para presentarles un ejemplo de inquebrantable
fidelidad a los intereses de la obra en la cual estamos empeñados
* * * * *
La fuente de las aguas vivas está abierta para el alma sedienta.
Dios declara: “Yo derramaré aguas sobre el secadal, y ríos sobre la
tierra árida.”
Isaías 44:3
. Pero la luz será dada solamente a las almas
que la busquen con fervor y que acepten con alegría todo rayo de
iluminación divina proveniente de su santa Palabra. Por medio de
estas almas es como Dios revelará esa luz y ese poder que iluminarán
toda la tierra con su gloria
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Testimonios para la Iglesia 4:459, 460 (1880)
.
Testimonios para la Iglesia 5:729 (1889)
.