Página 353 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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El trabajo en favor de las clases superiore
Tenemos una obra que hacer en favor de los ministros de las
otras iglesias. Dios quiere que se salven. Ellos, como nosotros,
pueden obtener la inmortalidad únicamente por la fe y la obediencia.
Debemos trabajar por ellos con fervor para que la obtengan. Dios
quiere que tengan una parte en su obra especial para este tiempo.
Quiere que estén entre aquellos que han de dar a su familia alimento
a su tiempo. ¿Por qué no se habrían de dedicar a esta obra?
Nuestros ministros deben procurar acercarse a los ministros de
otras denominaciones. Oren por estos hombres y con ellos, pues
Cristo intercede por ellos. Tienen una solemne responsabilidad. Co-
mo mensajeros de Cristo, debemos manifestar profundo y ferviente
interés en estos pastores del rebaño.
La invitación que se ha de dar en “las salidas de los caminos”
(
Mateo 22:9
), debe proclamarse a todos los que tienen una parte
activa en la obra del mundo, a los maestros y dirigentes del pueblo.
Los que llevan pesadas responsabilidades en la vida pública, los
médicos y maestros, los abogados y los jueces, los funcionarios
públicos y los hombres de negocios, deben oír el mensaje claro y
distinto. “¿Qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo,
y pierde su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
Marcos 8:36, 37
.
Hablamos y escribimos mucho acerca de los pobres a quienes
se descuida. ¿No debiéramos llamar también la atención a los ricos
a quienes se descuida? Muchos consideran a esta clase como sin
esperanza, y poco hacen para abrir los ojos de aquellos que, ence-
guecidos y deslumbrados por el poder de Satanás, ya no tienen la
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eternidad en cuenta. Miles de hombres ricos han bajado a la tumba
sin ser amonestados, porque se les juzgó por la apariencia y se los
pasó por alto como casos sin esperanza. Pero, por indiferentes que
parezcan, se me ha mostrado que muchos miembros de esta clase
sienten preocupaciones en su alma. Hay miles de ricos que sienten
Testimonios para la Iglesia 6:77-81 (1900)
. (Del cap. “Después del congreso.”)
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