Página 385 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Lo que impide la reforma
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de Dios y de la verdad al proveer entretenimientos mundanos a los
estudiantes. Al hacer esto atraen sobre sí la ira de Dios, pues desvían
a los jóvenes y hacen la obra de Satanás. Esta obra, con todos sus
resultados, la tendrán que arrostrar ante el tribunal de Dios.
La popularidad por las normas rebajadas
Los que siguen semejante conducta dan a entender que no se
puede confiar en ellos. Después que el mal ha sido hecho, podrán
confesar su error; pero, ¿podrán acaso destruir la influencia que han
ejercido? ¿Se dirá el “bien, buen siervo” a los que no cumplieron
su cometido? Estos obreros infieles no han edificado sobre la Roca
eterna, y su fundamento resultará ser arena movediza. En vista de
que el Señor nos manda ser diferentes y singulares, ¿cómo podremos
apetecer la popularidad o tratar de imitar las costumbres y prácticas
del mundo? “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad
con Dios? Cualquiera pues que quisiere ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios.”
Santiago 4:4
.
Rebajar la norma para conseguir popularidad y un aumento en
número y luego hacer de este aumento un motivo de regocijo, pone
de manifiesto gran ceguedad. Si la cantidad fuese una prueba del
éxito, Satanás podría pretender la preeminencia, porque en este
mundo sus seguidores forman la gran mayoría. Es el grado de poder
moral que compenetra una escuela lo que constituye una prueba
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de su prosperidad. Es la virtud, la inteligencia y la piedad de las
personas que componen nuestras escuelas, y no su número, lo que
debiera ser una fuente de gozo y gratitud. ¿Deberían, acaso, nuestras
escuelas convertirse al mundo y seguir sus costumbres y modas?
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que ...
no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de
vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
Romanos 12:1, 2
.
Los hombres harán uso de todos los medios para atenuar la
diferencia entre los adventistas del séptimo día y los observadores
del primer día de la semana. Me fué presentada una compañía que, a
pesar de llevar el nombre de adventistas del séptimo día, aconsejaban
que el estandarte que nos hace un pueblo singular no se destacase
tanto, pues alegaban que no era el mejor proceder para dar éxito a