Página 387 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Lo que impide la reforma
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Es muy fácil dejarse llevar por planes, métodos y costumbres
del mundo y no dedicar al tiempo en que vivimos o a la gran obra
que debe hacerse más reflexión de la que dedicaron a su tiempo los
contemporáneos de Noé. Existe el peligro constante de que nuestros
educadores sigan el mismo camino que los judíos, amoldándose a
costumbres, prácticas y tradiciones que Dios no dió. Con tenacidad
y firmeza, algunos se adhieren a viejos hábitos y a una afición por
diversos estudios que no son esenciales, como si su salvación depen-
diese de estas cosas. Al hacer esto se apartan de la obra especial de
Dios y dan a los estudiantes una educación deficiente y errónea. Las
mentes son desviadas de un sencillo “Así dice Jehová” que entraña
intereses eternos, hacia teorías y enseñanzas humanas. La revelación
de Dios, verdad eterna e infinita, es explicada según interpretaciones
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humanas, cuando solamente el poder del Espíritu Santo puede reve-
lar las cosas espirituales. La sabiduría humana es insensatez, pues
pasa por alto el conjunto de las providencias de Dios, que miran a la
eternidad.
* * * * *
Los reformadores no son destructores. Jamás tratarán de arruinar
a los que no estén en armonía con sus planes ni se amolden a ellos.
Los reformadores deben avanzar, no retroceder. Deben ser decididos,
firmes, resueltos, indómitos; empero la firmeza no debe degenerar en
un espíritu autoritario. Dios quiere que todos los que le sirvan sean
firmes como una roca, en cuanto a principios se refiere; pero mansos
y humildes de corazón, como lo fué Cristo. Entonces, permaneciendo
en Cristo, podrán hacer la obra que él haría si estuviese en el lugar
de ellos. Un espíritu brusco y condenador no es esencial para ser
heroico en las reformas de este tiempo. Todos los métodos egoístas
que se practiquen en el servicio de Dios son una abominación delante
de él.
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