Página 39 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Agentes de Satanás
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hace una alta profesión de fe, como Satanás cuando fué a Cristo
disfrazado de ángel de luz, y las atrae aún más lejos de la senda
recta.
Es incalculable la desgracia y la degradación que siguen en la
estela de la licencia. El mundo está contaminado por sus habitantes.
Casi han colmado la medida de su iniquidad; pero lo que atraerá la
retribución más grave es la práctica de la iniquidad bajo el manto de
la piedad. El Redentor del mundo no despreció nunca el verdadero
arrepentimiento, por grande que fuera la culpa; pero lanzó ardientes
denuncias contra los fariseos y los hipócritas. Hay más esperanza
para el que peca abiertamente que para esta clase de personas. ...
“Velad y orad”
En esta época de corrupción, cuando nuestro adversario el diablo
ronda como león rugiente buscando a quien devore, veo la necesidad
de elevar mi voz en amonestación. “Velad y orad, para que no entréis
en tentación.”
Mateo 26:41
. Son muchos los que poseen talentos
brillantes y que los dedican impíamente al servicio de Satanás.
¿Qué advertencia puedo dar a un pueblo que profesa haber salido
del mundo, y haber dejado las obras de las tinieblas? ¿A un pueblo a
quien Dios ha hecho depositario de su ley, pero que como la higuera
frondosa ostenta sus ramas aparentemente florecientes a la misma
faz del Altísimo y, sin embargo, no lleva frutos para gloria de Dios?
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Muchos de ellos albergan pensamientos impuros, imaginaciones
profanas, deseos no santificados y bajas pasiones. Dios aborrece
el fruto que lleva un árbol tal. Los ángeles, puros y santos, miran
la conducta de los tales con aborrecimiento, mientras Satanás se
regocija. ¡Ojalá que los hombres y mujeres considerasen lo único
que pueden ganar al transgredir la ley de Dios! En cualquier circuns-
tancia, la transgresión deshonra a Dios y resulta en una maldición
para el hombre. Debemos considerarla así, por hermoso que sea su
disfraz y cualquiera que sea la persona que la cometa.
Como embajadora de Cristo, os suplico a vosotros que profesáis
la verdad presente, para que rechacéis cualquier avance de la impu-
reza, y abandonéis la sociedad de aquellos que emiten una sugestión
impura. Repudiad estos pecados contaminadores con el más intenso
odio. Apartaos de aquellos que, aun en la conversación, permiten que