La reforma industria
Por el hecho de que surjan dificultades no tenemos que abando-
nar las industrias emprendidas como ramas de la educación. Mien-
tras asisten a la escuela, los jóvenes deben tener la oportunidad de
aprender a manejar herramientas. Bajo la dirección de obreros de
experiencia, carpinteros aptos para enseñar, pacientes y bondadosos,
los mismos alumnos deben levantar construcciones en los terrenos de
la escuela y hacer las mejoras necesarias, aprendiendo así, mediante
lecciones prácticas, a edificar económicamente. Se debe adiestrar
también a los alumnos en los detalles de los diversos trabajos rela-
cionados con la imprenta, tales como la composición, la impresión y
la encuadernación, y también la confección de tiendas y otras ramas
útiles de trabajo. Se deben plantar frutales pequeños y cultivarse
flores y verduras, haciendo salir a las jóvenes alumnas al aire libre
para hacer este trabajo. Así, mientras ejerciten el cerebro, los huesos
y los músculos, estarán adquiriendo también un conocimiento de la
vida práctica.
La cultura en todas estas cosas hará a nuestros jóvenes útiles
para llevar la verdad a campos extranjeros. Entonces no tendrán que
depender de las personas entre quienes vivan para cocinar, coser
y edificar, ni será necesario gastar dinero en trasladar hombres a
miles de kilómetros para proyectar la construcción de escuelas,
capillas y viviendas. Los misioneros ejercerán mayor influencia entre
la gente si pueden enseñar a los inexpertos a trabajar de acuerdo
con los mejores métodos y obtener los mejores resultados. Podrán
demostrar así que los misioneros pueden llegar a ser educadores
industriales; y esta clase de instrucción será apreciada especialmente
donde los recursos son limitados. Se requerirán menos fondos para
[443]
sostener a tales misioneros, por cuanto, en combinación con sus
estudios dieron el mejor empleo a sus facultades físicas en el trabajo
práctico; y dondequiera que vayan les resultará ventajoso todo lo que
hayan logrado en esa dirección. Los alumnos de los departamentos
Testimonios para la Iglesia 6:176-180 (1900)
.
400