La necesidad del mundo
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su carácter sean mantenidos constantemente delante de ellos en la
vida de aquellos que le conocen. Satisfacer esta necesidad, llevar la
luz del amor de Cristo a los hogares de los grandes y los humildes,
de los ricos y los pobres, es el alto deber y precioso privilegio del
misionero médico.
“Vosotros sois la sal de la tierra” (
Mateo 5:13
), dijo Cristo a
sus discípulos; y en estas palabras hablaba a sus obreros de hoy. Si
sois la sal, hay propiedades preservadoras en vosotros, y la virtud de
vuestro carácter tendrá una influencia salvadora.
Restauremos al caído
Aunque un hombre se haya hundido hasta las mismas profundi-
dades del pecado, hay posibilidad de salvarlo. Muchos han perdido
el sentido de las realidades eternas, perdido la semejanza de Dios, y
no saben si tienen un alma que ha de ser salvada. No tienen fe en
Dios ni confianza en el hombre. Pero pueden comprender y apreciar
los actos de simpatía práctica y de ayuda. Su corazón se conmueve
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cuando ven a uno que, sin ser movido por el amor a la alabanza
terrenal ni a la compensación, entra en sus hogares miserables, para
atender a los enfermos, alimentar a los hambrientos, vestir a los des-
nudos y señalarles tiernamente a Aquel de cuyo amor y compasión
el obrero humano es tan sólo el mensajero. Al ver esto, esas personas
experimentan gratitud. Se enciende la fe en su corazón. Ven que
Dios tiene interés en ellas, y están dispuestas a escuchar cuando se
les abre su Palabra para explicársela.
En esta obra de restauración, se requerirá mucho esfuerzo esme-
rado. No deben comunicarse a estas almas doctrinas extrañas que las
asombren; pero a medida que se les ayuda físicamente, se les debe
presentar la verdad para este tiempo. Hombres, mujeres y jóvenes
necesitan ver la ley de Dios con sus abarcantes requerimientos. No
son las penurias, el trabajo o la pobreza lo que degrada a la humani-
dad; es el pecado, la transgresión de la ley de Dios. Los esfuerzos
hechos para rescatar a los perdidos y degradados no tendrán valor a
menos que los requerimientos de la ley de Dios y la necesidad de
serle fieles se grabe en la mente y el corazón. Dios no ordenó nada
que no sea necesario para vincular a la humanidad consigo. “La ley
de Jehová es perfecta, que vuelve el alma.... El precepto de Jehová,