Nuestro deber hacia los domésticos de la fe
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El ministro debe educar a las diversas familias y fortalecer a
la iglesia para que atienda a sus propios enfermos y pobres. Debe
poder ejercitar las facultades que Dios ha dado a los hermanos, y si
una iglesia está recargada en este respecto las otras iglesias deben
acudir en su auxilio. Manifiesten los miembros de la iglesia tacto e
ingenio para cuidar de estos hijos del Señor. Niéguense los lujos y
adornos inútiles, a fin de poder acomodar a los menesterosos que
sufren. Al hacer esto, ponen en práctica la instrucción dada en el
capítulo 58
de Isaías, y recibirán la bendición pronunciada allí.
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