Nuestro deber hacia el mund
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito.” “No envió Dios a su Hijo al mundo para que condene
al mundo, mas para que el mundo sea salvo por él.”
Juan 3:16, 17
.
El amor de Dios abarca a toda la humanidad. Cristo, al enviar a sus
discípulos, dijo: “Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda
criatura.”
Marcos 16:15
.
Cristo quería que se hiciese en favor de los hombres una obra
mayor que la que se había visto hasta entonces. No quería que tan
grande número de personas decidiese permanecer bajo la bandera
de Satanás, y quedar alistado entre los que se rebelaban contra el
gobierno de Dios. El Redentor del mundo no quería que la herencia
que él había comprado viviese y muriese en sus pecados. ¿Por qué,
pues, son tan pocos los alcanzados y salvados?—Es porque tantos
de los que profesan ser cristianos están obrando en forma similar al
gran apóstata. Millares de los que no conocen a Dios podrían estar
hoy regocijándose en su amor si los que aseveran servirle obrasen
como Dios obró.
Las bendiciones de la salvación, tanto temporales como espiri-
tuales, son para toda la humanidad. Son muchos los que se quejan de
Dios porque hay tanta necesidad y dolor en el mundo; pero Dios no
quiso nunca que existiese esta miseria. Nunca quiso que un hombre
tuviese abundancia de los lujos de la vida, mientras que los hijos
de otros lloraran por pan. El Señor es un Dios benévolo. Prove-
yó abundantemente para las necesidades de todos, y por medio de
sus representantes, a quienes ha confiado sus bienes, quiere que las
necesidades de todas sus criaturas sean suplidas.
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Lean los que creen la Palabra de Dios las instrucciones conte-
nidas en Levítico y Deuteronomio. Allí aprenderán qué clase de
educación se daba a las familias de Israel. Si bien el pueblo elegido
por Dios debía destacarse y ser santo, separado de las naciones que
no le conocían, debía tratar bondadosamente al extranjero. No debía
Testimonios para la Iglesia 6:273-280 (1900)
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