Página 492 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Las cualidades del colporto
Puesto que el colportaje con nuestras publicaciones es una obra
misionera, debe ser dirigido desde un punto de vista misionero. Los
que son elegidos como colportores deben ser hombres y mujeres que
sientan la preocupación de servir, cuyo objeto no sea obtener ganan-
cia, sino dar luz a la gente. Todo nuestro servicio debe prestarse para
gloria de Dios, para dar la luz de la verdad a los que están en tinie-
blas. Los principios egoístas, el amor a las ganancias, la dignidad, o
los puestos, no deben mencionarse siquiera entre nosotros.
Los colportores necesitan estar diariamente convertidos a Dios,
a fin de que sus obras y hechos sean sabor de vida para vida, y que
puedan ejercer una influencia salvadora. La razón por la cual muchos
han fracasado en la obra del colportaje es porque no eran verdaderos
cristianos; no conocían el espíritu de la conversion. Tenían una
teoría en cuanto a cómo debía ser hecha la obra, pero no sentían que
dependían de Dios.
Colportores, recordad que en los libros que vendéis no estáis
presentando la copa que contiene el vino de Babilonia, las doctrinas
erróneas ofrecidas a los reyes de la tierra, sino la copa llena de las
preciosas verdades de la redención. ¿Beberéis vosotros mismos de
ella? Vuestra mente puede estar sujeta en cautiverio a la voluntad
de Cristo, y él puede poner sobre vosotros su propia inscripción.
Contemplándolo, podéis ser transformados de gloria en gloria, de
carácter en carácter. Dios quiere que vayáis al frente, hablando las
palabras que os dé. El quiere que demostréis que estimáis altamente
a la humanidad, que ha sido comprada por la preciosa sangre del
Salvador. Cuando os dejéis caer sobre la roca y seáis quebrantados,
experimentaréis el poder de Cristo, y otros reconocerán el poder de
la verdad en vuestro corazón.
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A aquellos que están asistiendo a la escuela para aprender a
hacer la obra de Dios más perfectamente, quiero decir: Recordad
que es únicamente por una consagración diaria a Dios cómo podéis
Testimonios para la Iglesia 6:317-320 (1900)
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