Página 493 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Las cualidades del colportor
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llegar a ser ganadores de almas. Ha habido quienes no podían ir a
la escuela porque eran demasiado pobres para sufragar sus gastos,
pero cuando llegaron a ser hijos e hijas de Dios, echaron mano del
trabajo donde estaban y obraron en favor de quienes los rodeaban.
Aunque privados del conocimiento que se obtiene en la escuela, se
consagraron a Dios, y Dios obró por su medio. Como los discípulos
cuando fueron llamados de sus redes a seguir a Cristo, aprendieron
preciosas lecciones del Salvador. Se vincularon con el gran Maestro,
y el conocimiento que adquirieron de las Escrituras los calificó para
hablar a otros de Cristo. Así llegaron a ser verdaderamente sabios,
porque no eran demasiado sabios en su propia estima para recibir
instrucción de lo alto. El poder renovador del Espíritu Santo les dió
energía práctica y salvadora.
El conocimiento del hombre más sabio que no ha aprendido en la
escuela de Cristo, es insensatez en lo que se refiere a conducir almas
a Cristo. Dios puede obrar únicamente por aquellos que aceptan la
invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended
de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso
para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”
Mateo 11:28-30
.
La ayuda del Espíritu Santo
Muchos de nuestros colportores se han apartado de los principios
correctos. El deseo de obtener ventajas mundanales desvió su mente
del verdadero propósito y espíritu de la obra. Nadie piense que con
ostentación se hará la impresión correcta sobre la gente. Ella no
obtendrá los mejores resultados ni los más permanentes. Nuestra
obra consiste en dirigir las mentes a las verdades solemnes para este
tiempo. Será únicamente cuando nuestro propio corazón esté lleno
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del espíritu de las verdades contenidas en el libro que vendemos,
y cuando con humildad llamemos la atención de la gente a estas
verdades, cuando el verdadero éxito acompañará nuestros esfuerzos;
porque únicamente entonces el Espíritu Santo, que convence de
pecado, de justicia y de juicio, estará presente para impresionar los
corazones.