Página 502 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
ramo de la obra e inducirlos a iniciar el colportaje con éxito. Algunos
tienen el talento, la educación y la experiencia que los habilitarían
para educar a los jóvenes para el colportaje de tal manera que se
lograse mucho más de lo que se logra ahora.
Los que han adquirido experiencia en este trabajo tienen un
deber especial que cumplir en lo que se refiere a enseñar a los otros.
Educad, educad, educad a jóvenes de uno y otro sexo para que
vendan los libros que los siervos del Señor escribieron, inducidos
por su Espíritu Santo. El Señor desea que seamos fieles en educar
a aquellos que aceptan la verdad, para que puedan creer con un
propósito y trabajar inteligentemente según el método del Señor.
Relaciónense las personas inexpertas con obreros de experiencia
para que puedan aprender a trabajar. Busquen muy fervorosamente
al Señor. Pueden hacer una buena obra en el colportaje si obedecen
las palabras: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina.”
1 Timoteo
4:16
. Los que den evidencia de ser verdaderamente convertidos y
que emprendan el colportaje verán que es la mejor preparación para
otros ramos de labor misionera.
Si los que conocen la verdad la quieren practicar, idearán mé-
todos para encontrar a la gente donde está. Fué la providencia de
Dios la que en los comienzos de la iglesia cristiana dispersó a los
santos y los hizo salir de Jerusalén a muchas partes del mundo. Los
discípulos de Cristo no permanecieron en Jerusalén ni en las ciuda-
des cercanas, sino que traspusieron los límites de su propio país y
siguieron las grandes vías de comunicación, buscando a los perdidos
para llevarlos a Dios. Hoy el Señor desea ver su obra realizada en
muchos lugares. No debemos limitar nuestras labores a unas pocas
localidades.
No debemos desalentar a nuestros hermanos ni debilitar sus
manos de manera que la obra que el Señor desea realizar por su
intermedio no se haga. No se dedique demasiado tiempo a preparar
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a los hombres para que hagan obra misionera. La instrucción es
necesaria, pero recuerden todos que Cristo es el gran Maestro y la
Fuente de toda verdadera sabiduría.
Conságrense a Dios jóvenes y ancianos, emprendan la obra y,
trabajando con humildad, avancen bajo el control del Espíritu Santo.
Salgan al campo los que han estado en la escuela, y pongan en uso
práctico el conocimiento que han adquirido. Si los colportores hacen