Página 523 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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La hospitalida
LA BIBLIA da mucho realce a la práctica de la hospitalidad. No
sólo ordena la hospitalidad como un deber, sino que presenta muchos
hermosos cuadros del ejercicio de esta gracia y las bendiciones que
reporta. Entre ellos se destaca el caso de Abrahán.
En el libro del Génesis, vemos al patriarca de Mamre descan-
sando bajo los robles durante la cálida tarde veraniega. Pasan cerca
de allí tres viajeros. No solicitan hospitalidad ni favor alguno; pero
Abrahán no les permite seguir su viaje sin refrigerio. Es un hombre
anciano, digno y rico, altamente honrado, y acostumbrado a dar ór-
denes; sin embargo, al ver a estos forasteros “salió corriendo de la
puerta de su tienda a recibirlos, e inclinóse hacia la tierra.” Dirigién-
dose hacia el que encabeza el grupo, dijo: “Señor, si ahora he hallado
gracia en tus ojos, ruégote que no pases de tu siervo.”
Génesis 18:2,
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. Con sus propias manos, trajo agua a fin de que pudiesen lavar
el polvo que sus pies recogieran en el viaje. El mismo les eligió
la comida; mientras ellos estaban descansando a la fresca sombra,
su esposa Sara les preparó la colación y Abrahán estuvo respetuo-
samente al lado de ellos mientras participaban de su hospitalidad.
Les manifestó esta bondad simplemente como a viajeros, como a
forasteros a quienes tal vez no volvería a ver. Pero terminado el
agasajo, sus huéspedes se dieron a conocer. No sólo había atendido
a ángeles celestiales, sino a su glorioso Comandante, su Creador,
Redentor y Rey. Y a Abrahán fueron revelados los consejos del cielo,
y fué llamado “amigo de Dios.”
Aunque Lot, sobrino de Abrahán, se había establecido en Sodo-
ma, tenía el espíritu bondadoso y hospitalario del patriarca. Viendo
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al anochecer a dos forasteros en la puerta de la ciudad, y conociendo
los peligros que seguramente los asediarían en aquella ciudad im-
pía, insistió en traerlos a su casa. No pensó en el peligro que ello
podría entrañar para sí y su casa. Era parte de su vida proteger a
los que estaban en peligro y cuidar de los que estaban sin hogar;
Testimonios para la Iglesia 6:341-348 (1900)
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