Página 528 - Joyas de los Testimonios 2 (2004)

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Joyas de los Testimonios 2
“Yo ... te lo pagaré”
Dios no ha cambiado. Su poder no es menor hoy que en los
días de Elías. Y no menos segura que cuando fué pronunciada por
nuestro Salvador es la promesa que Cristo ha dado: “El que recibe
profeta en nombre de profeta, merced de profeta recibirá.”
Mateo
10:41
.
A sus fieles siervos de hoy como a sus primeros discípulos,
se aplican las palabras de Cristo: “El que os recibe a vosotros, a
mí recibe; y el que a mí recibe, recibe al que me envió.” Ningún
acto de bondad hecho en su nombre dejará de ser reconocido y
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recompensado. Y en el mismo tierno reconocimiento Cristo incluye
aun a los más débiles y humildes de la familia de Dios. “Y cualquiera
que diere a uno de estos pequeñitos—los que son como niños en su
fe y conocimiento—un vaso de agua fría solamente, en nombre de
discípulo, de cierto os digo, que no perderá su recompensa.”
Vers.
40, 42
.
La pobreza no necesita privarnos de manifestar hospitalidad.
Hemos de impartir lo que tenemos. Hay quienes luchan para ga-
narse la vida, quienes tienen grandes dificultades para suplir sus
necesidades; pero aman a Jesús en la persona de sus santos, y están
listos para mostrar hospitalidad a creyentes e incrédulos, y tratan
de hacer provechosas sus visitas. En la mesa y en el culto de la
familia, dan la bienvenida a los huéspedes. El momento de oración
impresiona a aquellos que reciben su hospitalidad, y aun una visita
puede significar la salvación de un alma de la muerte. El Señor toma
nota diciendo: “Te lo pagaré.”
Hermanos y hermanas, invitad a vuestros hogares a aquellos que
necesitan hospitalidad y bondadosa atención. Sin ostentación, al
ver su necesidad, acogedlos y manifestadles verdadera hospitalidad
cristiana. Hay preciosos privilegios en el trato social.
“No con sólo el pan vivirá el hombre” (
Mateo 4:4
), y a medida
que nosotros impartimos a otros de nuestro alimento temporal, debe-
mos impartir también esperanza, valor y amor cristianos. Debemos
“consolar a los que están en cualquiera angustia, con la consolación
con que nosotros somos consolados de Dios.”
2 Corintios 1:4
. Y se
nos asegura que “poderoso es Dios para hacer que abunde en voso-
tros toda gracia; a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas