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Mente, Carácter y Personalidad 2
condenarse. Sin embargo, estos son pecados que ofenden especial-
mente a Dios; porque son contrarios a la benevolencia de su carácter,
a ese amor desinteresado que es la atmósfera misma del universo que
no ha caído. El que cae en alguno de los pecados más groseros puede
avergonzarse y sentir su pobreza y necesidad de la gracia de Cristo;
pero el orgullo no siente ninguna necesidad y así cierra el corazón
a Cristo y a las infinitas bendiciones que él vino a derramar.—
El
Camino a Cristo, 28, 29 (1892)
.
El culpable necesita un planteamiento
Nadie mejorará nunca mediante la acusación y la recriminación.
Hablarle de su culpa al alma tentada no le inspirará la determinación
de mejorar. Al equivocado y desanimado señálele a Aquel que es
capaz de salvar hasta lo sumo a todos los que acuden a él. Muéstrele
lo que puede llegar a ser. Dígale que en él no hay nada que lo
pueda recomendar a Dios, pero que Cristo murió para que él pudiera
ser aceptado por el Amado. Transmítale esperanza, mostrándole
que en Cristo hay fuerza para obrar mejor. Ponga delante de él
las posibilidades que el Cielo le da. Señálele las alturas que puede
alcanzar. Ayúdele a aferrarse de la misericordia del Señor, a confiar
en su poder perdonador. Jesús está esperando para tomarlo de la
mano, para darle poder a fin de vivir una vida noble y virtuosa.—
Manuscrito 2, 1903
.
Satanás infunde sentimiento de culpa
El pueblo de Dios está representado aquí [Zacarías capítulo 3]
por un criminal en el juicio. Josué, como sumo sacerdote, está pi-
diendo una bendición para su pueblo, que está en gran aflicción.
Mientras está intercediendo delante de Dios, Satanás está a su dies-
tra como adversario suyo. Acusa a los hijos de Dios, y hace aparecer
su caso tan desesperado como sea posible. Presenta delante del Se-
ñor sus malas acciones y defectos. Muestra sus faltas y fracasos,
esperando que aparezcan de tal carácter a los ojos de Cristo que él no
les preste ayuda en su gran necesidad. Josué, como representante del
pueblo de Dios, está bajo la condenación, vestido de ropas inmundas.
Consciente de los pecados de su pueblo, se siente abatido por el des-