La depresión
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“Oh, qué oscuro está aquí”, y seguir hablando acerca de ello. Pero,
¿logramos con eso que haya más luz? ¡Claro que no! ¿Qué haremos?
Salir de allí; salir de la oscuridad para ir a la habitación del piso
superior donde la luz del rostro de Dios brilla con todo su esplendor.
Nuestros cuerpos están compuestos por el alimento que asimi-
lamos. Lo mismo nuestras mentes. Si tenemos una mente que se
espacia en las cosas desagradables de la vida, no tendremos espe-
ranza; pero nosotros queremos concentrarnos en las escenas alegres
del cielo. Dijo Pablo: “Esta leve tribulación momentánea produce
en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”.
2
Corintios 4:17
.—
Manuscrito 7, 1888
.
Cristo se identifica con los angustiados (ánimo para una
cristiana que sufría una depresión)
Mi querida y anciana hermana _______________: Siento mucho
que esté enferma y que sufra. Pero aférrese a Aquel quien ha amado
y servido durante tantos años. Dio su vida por el mundo y ama
a todos los que confían en él. Se solidariza con los que sufren
depresión y enfermedad. Siente cada gemido de angustia que asalta
a sus amados. Descanse en sus brazos y sepa que es su Salvador,
su mejor amigo, y que nunca la dejará ni la abandonará. Usted ha
dependido de él durante muchos años, y su alma puede descansar en
esperanza.
Usted saldrá junto con otros fieles que creyeron en él, para ala-
barlo con voz de triunfo. Todo lo que se espera que haga es que
confíe en su amor. No se angustie, Jesús la ama, y ahora que está
débil y sufre, él la lleva en sus brazos, tal como un padre amante
lleva a su niñito. Confíe en Aquel en quien ha creído. ¿Acaso no la
ha amado y cuidado durante toda su vida? Confíe en las preciosas
promesas que nos han sido dadas.—
Carta 299, 1904
.
No dé lugar a la depresión
Durante la noche, en sueños, yo estaba conversando con usted.
Le decía: Me alegro mucho de que está tan bien ubicada, y que pueda
estar cerca del sanatorio. No dé lugar a la depresión; en cambio,