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Mente, Carácter y Personalidad 2
permita que la influencia consoladora del Espíritu Santo reciba la
bienvenida en su corazón, para darle consuelo y paz [...].
Mi hermana: si quiere obtener preciosas victorias, contemple la
luz que emana del Sol de justicia. Hable con Dios de esperanza, de fe
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y gratitud. Esté siempre alegre y con esperanza en Cristo. Adiéstrese
para alabarlo. Esto es un gran remedio para las enfermedades del
cuerpo y del alma.—
Carta 322, 1906
.
Una atmósfera de depresión
Cuando los pastores, por medio de los cuales Dios trabaja, vie-
nen a la oficina con los nervios destrozados y con una incipiente
depresión, les digo que los envuelve una atmósfera semejante a una
espesa capa de niebla que cubre un cielo sereno. Necesitamos tener
fe. Que los labios digan: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu
se regocija en Dios mi Salvador”.
Lucas 1:47
.
Debemos manifestar la sensación de un Salvador que está pre-
sente, una firme confianza de que Jesús está al timón, y que él obrará
para que el noble barco llegue al puerto. Debemos saber que es im-
posible que nos salvemos a nosotros mismos o a cualquier alma. No
tenemos poder para ofrecer salvación a los que perecen. Jesús, nues-
tro Redentor, es el Salvador. Somos únicamente sus instrumentos y
dependemos en todo momento de Dios. Debemos exaltar su poder
delante de su pueblo elegido, y del mundo, por la gran salvación
que nos ha concedido por medio de su sacrificio expiatorio y su
sangre.—
Carta 19a, 1892
.
No me deprimiré
A veces me siento tremendamente perpleja y no sé qué hacer,
pero no voy a deprimirme. Estoy decidida a llenar mi vida de tanta
luz del sol como me sea posible conseguir.—
Carta 127, 1903
.
Muchas cosas me entristecen, pero trato de no pronunciar pa-
labras desanimadoras, porque alguien que las escuche podría estar
triste también, y no quisiera hacer nada que aumentara su tristeza.—
Carta 208, 1903
.