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Mente, Carácter y Personalidad 2
Si todos los que buscan el reino de Dios y su justicia estuvieran
dispuestos a hacer las obras de Cristo, cuánto más fácil sería el
camino al cielo. Las bendiciones del Señor fluirían sobre el alma,
y las alabanzas al Altísimo estarían continuamente en sus labios.
Entonces serviría a Dios sobre la base de principios. Podría ser que
sus sentimientos no siempre fueran gozosos; a veces las nubes po-
drían oscurecer el horizonte de su experiencia; pero la esperanza del
cristiano no reposa sobre el arenoso fundamento de los sentimientos.
Los que obran basados en principios contemplarán la gloria de Dios
más allá de las sombras, y descansarán en la segura palabra de la
promesa. No dejarán de honrar a Dios, por oscura que parezca la
senda. La adversidad y la prueba solo le darán la oportunidad de
manifestar su sinceridad, a la vez que su fe y su amor.
Cuando la depresión se apodera del alma, eso no es evidencia
de que Dios haya cambiado. Él es “el mismo ayer, y hoy, y por los
siglos”.
Hebreos 13:8
. Es posible estar seguro del favor de Dios
cuando se es capaz de sentir los rayos del Sol de justicia; pero si
las nubes envuelven su alma, no debemos creer que hemos sido
abandonados. La fe debe atravesar las tinieblas. El ojo debe estar fijo
en Dios, y todo nuestro ser se llenará de luz. Hay que tener siempre
ante la mente las riquezas de la gracia de Cristo. Atesoremos las
lecciones que proporciona su amor. Que nuestra fe sea como la de
Job, para que podamos decir: “Aunque él me mate, en él esperaré”.
Job 13:15
. Aferrémonos de las promesas del Padre celestial, y recor-
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demos la forma como nos trata; porque “todas las cosas les ayudan a
bien [...] a los que conforme a su propósito son llamados”.
Romanos
8:28
.—
The Review and Herald, 24 de enero de 1888
.
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