La depresión
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siniestra. Todo lo envolvía una lobreguez opresiva. En medio de
las espantosas tinieblas que la naturaleza formó, el Redentor apuró
la misteriosa copa hasta las heces. Mientras se le denegaba hasta
la brillante esperanza y confianza en el triunfo que obtendría en lo
futuro, exclamó con fuerte voz: “Padre, en tus manos encomien-
do mi espíritu”.
Lucas 23:46
. Conocía el carácter de su Padre, su
justicia, misericordia y gran amor, y sometiéndose a él se entregó
en sus manos. En medio de las convulsiones de la naturaleza, los
asombrados espectadores oyeron las palabras del moribundo del
Calvario.—
Joyas de los Testimonios 1:227 (1869)
.
Dios no ha cambiado
No debe despreciarse el sentimiento de seguridad; tenemos que
alabar a Dios por ello; pero cuando sus sentimientos están deprimi-
dos, no crean que Dios ha cambiado. Alábenlo tanto como antes,
porque su confianza está en la Palabra de Dios y no en los senti-
mientos de ustedes. Han hecho el pacto de andar por fe y no de ser
dominados por los sentimientos. Los sentimientos varían con las
circunstancias.—
Nuestra Elavada Vocacion, 126 (1890)
.
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No nos refiramos a las dudas
Por los méritos de Cristo, por su justicia que nos es imputada
por la fe, debemos alcanzar la perfección del carácter cristiano. Se
presenta nuestra obra diaria y de cada hora en las palabras del
apóstol: “Puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en
Jesús”.
Hebreos 12:2
. Mientras hagamos esto, nuestro intelecto
se esclarecerá, nuestra fe se fortalecerá y se confirmará nuestra
esperanza; nos embargará de tal manera la visión de su pureza y
hermosura, y el sacrificio que ha hecho para ponernos de acuerdo
con Dios, que no tendremos disposición para hablar de dudas y
desalientos.—
Joyas de los Testimonios 2:341 (1889)
.
El cristiano y la depresión
El verdadero cristiano no permite que nada de naturaleza terrena
se interponga entre su alma y Dios. El mandamiento del Señor ejer-
ce una influencia llena de autoridad sobre sus afectos y sus actos.