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La ira
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La ira de Moisés
El haber roto las tablas de piedra era solo una representación del
hecho de que Israel había quebrantado el pacto que tan recientemente
había hecho con Dios. El texto bíblico “Airaos, pero no pequéis”
(
Efesios 4:26
), se refiere a la justa indignación contra el pecado, que
surge del celo por la gloria de Dios, y no al enojo promovido por
la ambición del amor propio herido. Tal fue el enojo de Moisés.—
Testimonios para los Ministros, 101 (1890)
.
La santa ira de Cristo
La indignación de Cristo iba dirigida contra la hipocresía, los
groseros pecados por los cuales los hombres destruían su alma, en-
gañaban a la gente y deshonraban a Dios. En el raciocinio especioso
y seductor de los sacerdotes y gobernantes, él discernió la obra de
los agentes satánicos. Aguda y escudriñadora había sido su denuncia
del pecado; pero no habló palabras de represalia. Sentía una santa
ira contra el príncipe de las tinieblas; pero no manifestó irritación.
Así también el cristiano que vive en armonía con Dios, y posee los
suaves atributos del amor y la misericordia, sentirá una justa indig-
nación contra el pecado; pero la pasión no lo incitará a vilipendiar a
los que lo vilipendien. Aun al hacer frente a aquellos que, movidos
por un poder infernal, sostienen la mentira, conservará en Cristo
la serenidad y el dominio.—
El Deseado de Todas las Gentes, 572
(1898)
.
Hay quienes alimentan la ira
Muchos miran las cosas desde un lado oscuro; magnifican su-
puestos agravios, alimentan su ira, y se llenan de sentimientos de
venganza y odio, cuando en verdad no hay una causa real para esos
sentimientos [...]. Resistan esos sentimientos, y experimentarán un
gran cambio en su relación con sus semejantes.—
The Youth’s Ins-
tructor, 10 de noviembre de 1886
.
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