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Mente, Carácter y Personalidad 2
tercer ángel. Si no cultivan la fe, su importancia gradualmente será
desplazada de sus mentes, y corazones. Tendrán una experiencia
semejante a la de las vírgenes insensatas, que no hicieron provisión
de aceite para sus lámparas, y sus llamas se extinguieron. La fe debe
ser cultivada. Si se ha debilitado, es semejante a una planta enferma
que hay que poner al sol, regarla cuidadosamente y atenderla.—
Carta
97, 1895
.
La fe se eleva por encima de las sombras
Cuando las nubes se interponen entre su alma y Dios, cuando hay
tinieblas a su alrededor, cuando el enemigo está listo para robarle
[179]
al alma su integridad hacia Dios y la verdad, y cuando el error
es considerado plausible y atractivo, entonces es tiempo de orar y
ejercer fe en Dios [...]. El alma, alimentando esa fe, es capaz de
levantarse por encima de sí misma y de traspasar la infernal sombra
que el enemigo arroja a través de la senda de cada alma que lucha
por la corona inmortal.—
Nuestra Elavada Vocacion, 128 (1896)
.
La fe descansa en evidencias
La palabra del Señor, hablada por sus siervos, es recibida por
muchos con dudas y temores. Y muchos postergan su obediencia
a la amonestación y a los reproches dados, esperando hasta que
haya desaparecido de su mente toda sombra de incertidumbre. La
incredulidad que exige perfecto conocimiento no quiere ceder a las
evidencias de que Dios se complace en ofrecer. Él requiere de su
pueblo una fe que descanse en el peso de la evidencia, no sobre el
conocimiento perfecto. Los que siguen a Cristo, que aceptan la luz
que Dios les manda, deben obedecer la voz de Dios que les habla
cuando hay muchas otras voces que claman contra ella. Requiere
discernimiento el distinguir la voz de Dios.—
Testimonios Selectos
3:149 (1873)
.
Debemos saber por nosotros mismos qué es el cristianismo, qué
es la verdad, qué es la fe que hemos recibido, cuáles son los princi-
pios bíblicos que se nos han transmitido provenientes de la más alta
autoridad. Hay muchos que creen sin tener una razón para funda-
mentar su fe, sin suficiente evidencia acerca de la verdad del asunto.