Página 227 - Mente, Car

Basic HTML Version

La formación del carácter
223
estudien el carácter de sus hijos. Nunca sean rudos ni actúen por
impulso.
He visto a una madre arrebatar de la mano de su hija algo que le
estaba proporcionando un placer especial, y la niña no entendía la
causa de la privación. La pequeña rompió a llorar públicamente por
sus sentimientos sometidos e injuriados. Luego la madre detuvo su
llanto dándole un duro castigo, y hasta donde la apariencia exterior
lo demostraba, la batalla había terminado. Pero la batalla dejó su
impresión en la tierna mente de la niña, y esa impresión no podrá ser
borrada fácilmente. Le dije a la madre: “Usted está muy equivocada
con respecto a su hijita. Ha herido su alma y ha hecho que ella
perdiera la confianza en usted. No sé cómo podrá restaurarla”.
Esa madre fue muy insensata; ella se dejó arrastrar por sus senti-
mientos y no actuó cautelosamente, razonando de causa a efecto. Su
conducción áspera, poco juiciosa, excitó las peores pasiones en el
corazón de su hija. Actuar por impulso en el gobierno de la familia
es la peor manera de actuar. Cuando los padres contienden con sus
hijos—en cualquiera de sus formas—sobreviene una lucha desigual.
¡Cuán injusto es oponer años y fuerza madura al desamparo y la
ignorancia de un niño pequeño! Cada exhibición de ira de parte de
los padres confirma la rebelión en el corazón de los niños.
No es mediante un acto que se forma el carácter, sino por una
repetición de actos que se establecen los hábitos y se confirma el
[194]
carácter. Para tener un carácter semejante al de Cristo es necesario
actuar como lo hacía Cristo. Los cristianos mostrarán un carácter
santo y sus acciones e impulsos serán motivados por el Espíritu
Santo.—
The Signs of the Times, 6 de agosto de 1912
.
La importancia de la perseverancia
Al perfeccionar un carácter cristiano, es esencial perseverar en
el bien hacer. Quisiera impresionar a nuestros jóvenes con la impor-
tancia de la perseverancia y la energía en la obra de la formación del
carácter. Desde los más tempranos años es necesario entretejer en
el carácter principios de severa integridad, para que los jóvenes de
ambos sexos puedan alcanzar, al llegar a adultos, la más alta norma
personal. Deberían tener siempre presente el hecho de que han sido
comprados por precio, y deberían glorificar a Dios en sus cuerpos