Página 274 - Mente, Car

Basic HTML Version

270
Mente, Carácter y Personalidad 2
En su conversación con la samaritana, en vez de desacreditar el
pozo de Jacob, Cristo presentó algo mejor. “Si conocieras el don de
Dios [dijo] y quién es el que te dice: “Dame de beber, tú le pedirías,
y él te daría agua viva”.
Juan 4:10
. Dirigió la plática al tesoro que
tenía para regalar y ofreció a la mujer algo mejor que lo que ella
poseía: el agua de vida, el gozo y la esperanza del evangelio.—
El
Ministerio de Curación, 114 (1905)
.
[243]
El deseo de reforma procede del anhelo de hacer lo recto
Es verdad que algunas veces los seres humanos se avergüenzan
de sus caminos pecaminosos y abandonan algunos de sus malos
hábitos antes de darse cuenta de que son atraídos a Cristo. Pero
cuando hacen un esfuerzo por reformarse, nacido de un sincero
deseo de hacer el bien, es el poder de Cristo el que los está atrayendo.
Una influencia de la cual no se dan cuenta trabaja sobre el alma, la
conciencia se vivifica y la vida externa se enmienda. Y a medida que
Cristo los guía a mirar su cruz y contemplar a quien han traspasado
sus pecados, el mandamiento es percibido por la conciencia. Se les
revela la maldad de su vida, el pecado profundamente arraigado
en su alma. Comienzan a entender algo de la justicia de Cristo, y
exclaman: “¿Qué es el pecado, para que exigiera un sacrificio tal por
la redención de su víctima? ¿Fueron necesarios todo este amor, todo
este sufrimiento, toda esta humillación, para que no pereciéramos,
sino que tuviéramos vida eterna?”.—
El Camino a Cristo, 25 (1892)
.
Los malos hábitos deben ser vencidos
Al contemplar como por medio de un espejo la gloria del Se-
ñor, somos transformados a su imagen, de gloria en gloria, por su
Espíritu. Esperamos demasiado poco, y recibimos de acuerdo con
nuestra fe. No debemos aferrarnos a nuestros propios métodos, pla-
nes e ideas; debemos ser transformados por la renovación de nuestra
mente, para que podamos comprobar “cual sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta”.
Romanos 12:2
. Los pecados que nos
asedian tienen que ser vencidos y los malos sentimientos deben ser
desarraigados, y un carácter santo y santas emociones han de ser
engendrados en nosotros por el Espíritu de Dios.—
Carta 57, 1887
.