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Capítulo 70—La crítica
Los resultados de la crítica
Nuestros cuerpos están hechos de lo que comemos y bebemos, y
el carácter de nuestra experiencia espiritual depende de lo que sirve
de alimento a nuestras mentes y de lo que ellas asimilan. Al referirse
constantemente a los errores y defectos de los demás, muchos se
han convertido en dispépticos religiosos.
El Señor nos ha intimado de la siguiente manera: “Todo lo que
es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo
digno de alabanza, en esto pensad”.
Filipenses 4:8
. Pero los que
están tan ocupados en disecar las palabras y los actos de los demás
para descubrir todo lo que resulte objetable, no logran discernir
ni lo bueno ni lo agradable. No consumen el alimento apropiado
para promover la vitalidad espiritual y un saludable crecimiento.—
Manuscrito 4a, 1893
.
Respétense y ámense mutuamente
Si tenemos siempre presente las acciones egoístas e injustas de
otros, encontraremos que es imposible amarlos como Cristo nos ha
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amado; pero si nuestros pensamientos se espacian continuamente
en el maravilloso amor y piedad de Cristo por nosotros, manifesta-
remos el mismo espíritu para con los demás. Debemos amarnos y
respetarnos mutuamente, no obstante las faltas e imperfecciones que
no podemos menos que observar. Debemos cultivar la humildad y la
desconfianza en nosotros mismos, y una paciencia llena de ternura
para con las faltas ajenas. Esto destruye toda clase de egoísmo y
nos hace de corazón grande y generoso.—
El Camino a Cristo, 122
(1892)
.
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