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Capítulo 77—La falsa cienci
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La obra de Dios y la ciencia
Los conocimientos humanos, tanto en lo que se refiere a las cosas
materiales como a las espirituales, son limitados e imperfectos; de
aquí que muchos sean incapaces de hacer armonizar sus nociones
científicas con las declaraciones de las Sagradas Escrituras. Son mu-
chos los que dan por hechos científicos lo que no pasa de ser meras
teorías y elucubraciones, y piensan que la Palabra de Dios debe ser
probada por las enseñanzas de “la falsamente llamada ciencia”.
1
Timoteo 6:20
. El Creador y sus obras les resultan incomprensibles;
y como no pueden explicarlos por las leyes naturales, consideran la
historia bíblica como si no mereciera fe. Los que dudan de la verdad
de las narraciones del Antiguo y del Nuevo Testamento, dan a me-
nudo un paso más: dudan de la existencia de Dios y atribuyen poder
infinito a la naturaleza. Habiendo perdido su ancla son arrastrados
hacia las rocas de la incredulidad.—
Seguridad y Paz en el Conflicto
de los Siglos, 576, 577 (1888)
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Se necesita más que ciencia mundana
Acudamos a la Palabra de Dios en busca de dirección. Bus-
quemos un “así dice Jehová”. Ya hemos tenido bastantes métodos
humanos. Una mente educada únicamente en la ciencia mundana no
podrá comprender las cosas de Dios; pero la misma mente, conver-
tida y santificada, verá el poder divino de la Palabra. Únicamente
la mente y el corazón que hayan sido purificados por la santifica-
ción del Espíritu pueden discernir las cosas celestiales.—
Obreros
Evangélicos, 325 (1915)
.
Véase el capítulo 3, “Peligros de la psicología”.
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