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La ciencia satánica de la exaltación propia
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Así, en lugar de la justicia y perfección del Dios infinito, que es
el verdadero objeto de la adoración, en lugar de la justicia perfecta
de la ley, que es el verdadero modelo de la perfección humana,
Satanás ha colocado la naturaleza pecadora del hombre sujeto a error,
como único objeto de adoración, única regla del juicio o modelo del
carácter. Eso no es progreso, sino retroceso.—
Seguridad y Paz en el
Conflicto de los Siglos, 610, 611 (1911)
.
No está en las enseñanzas de Cristo
Se me indicó que el pasaje de (
Colosenses 2:8
) se aplicaba
especialmente al espiritismo moderno: “Mirad que nadie os engañe
por filosofías y huecas sutilezas basadas en las tradiciones de los
hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo”.
Me fue mostrado que miles de personas, afectadas por la filosofía
de la frenología y el magnetismo animal, han sido impulsadas a la
incredulidad. Si la mente se encamina en esa dirección, es casi seguro
que perderá su equilibrio y quedará dominada por un demonio.
“Huecas sutilezas” llenan la mente de los pobres mortales. Se
creen poseedores de un poder capaz de realizar grandes obras, y no
sienten la necesidad de un poder superior. Sus principios y su fe son
“conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo”.
Jesús no les ha enseñado esta filosofía. Nada de esta índole puede
hallarse en sus enseñanzas. Él no dirigió la mente de los pobres
mortales a sí mismos, como si poseyesen algún poder. Siempre
la dirigía hacia Dios, el creador del universo, como fuente de su
fortaleza y sabiduría. En el
versículo 18
se da una amonestación
especial: “Que nadie os prive de vuestro premio haciendo alarde de
humildad y de dar culto a los ángeles (metiéndose en lo que no ha
visto) hinchado de vanidad por su propia mente carnal”.—
Joyas de
los Testimonios 1:96 (1862)
.
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¿Responsable solo ante sí mismo?
[Esta teoría] ha hecho morir y está haciendo morir a miles de
personas por la satisfacción de las pasiones, embruteciendo así la
naturaleza humana. Y para completar su obra, declara por interme-
dio de los espíritus, que “el verdadero conocimiento coloca a los