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Mente, Carácter y Personalidad 2
hombres por encima de toda ley”; que “cualquier cosa es buena”;
que “Dios no condena”; y que “todos los pecados que se cometen
no envuelven culpabilidad alguna”.
Cuando la gente es inducida así a creer que el deseo es ley su-
prema, que la libertad es licencia y que el hombre únicamente es
responsable ante sí mismo, ¿quién puede admirarse de que la co-
rrupción y la depravación abunden por todas partes? Las multitudes
aceptan con avidez las enseñanzas que les dan libertad para obedecer
los impulsos carnales. Se da rienda suelta a la lujuria y el hombre
pierde el imperio sobre sí mismo; las facultades del espíritu y del
alma son sometidas a los más bestiales apetitos, y Satanás prende
alegremente en sus redes a millares de personas que profesan ser
discípulos de Cristo.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos,
611, 612 (1911)
.
Lucifer deseaba tener el poder de Dios, no su carácter
Lucifer deseaba el poder de Dios, pero no su carácter. Buscaba
para sí el lugar más alto, y todo ser impulsado por su espíritu hará
lo mismo. Así resultarán inevitables el enajenamiento, la discordia
y la contienda. El dominio viene a ser el premio del más fuerte. El
reino de Satanás es un reino de fuerza; cada uno mira al otro como
un obstáculo para su propio progreso, o como un escalón para poder
trepar a un puesto más elevado.—
El Deseado de Todas las Gentes,
403 (1898)
.
La obcecación aparta de la ayuda divina
Cuando Dios envió a Moisés ante el faraón, este tenía luz, pero la
resistió, y cada manifestación de resistencia acentuó su obcecación.
¿Le puso algún freno Dios para que no pudiera volverse hacia la
luz? No; manifestó indiferencia ante la evidencia. La obcecación
del faraón se reveló cuando recibió una luz que no quería aceptar.—
Manuscrito 15, 1894
.