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Mente, Carácter y Personalidad 2
que escuden su reputación y que los ayuden y consuelen en su
vejez. También les encarga que sean considerados con los ministros
y gobernantes, y con todos aquellos en quienes Dios ha delegado
autoridad.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 316 (1890)
.
El vigor declina a medida que avanzan los años
Quienes hayan de cuidar ancianos deben recordar que estos, más
que nadie, necesitan cuartos abrigados y cómodos. Con los años,
el vigor declina y mengua la fuerza vital con la cual resistir las
influencias malsanas. De ahí que sea tan necesario proporcionar a
las personas de edad mucha luz y mucho aire puro.—
El Ministerio
de Curación, 209 (1905)
.
Cuando declina el vigor mental
Sucede con frecuencia que las personas ancianas no están dis-
puestas a comprender ni reconocer que su fuerza mental está deca-
yendo. Acortan sus días asumiendo preocupaciones que correspon-
den a sus hijos. Satanás obra a menudo sobre su imaginación y las
induce a sentir una ansiedad continua respecto de su dinero. Este
llega a ser su ídolo y lo guardan con cuidado avariento. Hasta se
privan a veces de muchas comodidades de la vida y trabajan más
de lo que les permiten sus fuerzas, en vez de usar los recursos que
tienen. De esta manera sufren constante necesidad por temor a que
en algún tiempo futuro tengan que pasar miseria.
Todos estos temores tienen su origen en Satanás. Él alborota los
órganos y los induce a sentir temores y celos serviles que corrompen
la nobleza del alma y destruyen los pensamientos y sentimientos
elevados. Tales personas son insanas respecto del dinero.
Si ellas asumieran la actitud que Dios quiere que asuman, sus
postreros días podrían ser los mejores y más felices. Quienes tienen
hijos en cuya honradez y juicioso manejo tienen motivos para confiar,
deben dejar que ellos los hagan felices. A menos que obren así,
Satanás se aprovechará de su falta de fuerza mental, y manejará
todo en su lugar. Deben deponer la ansiedad y las cargas, ocupar
su tiempo tan felizmente como puedan, y prepararse así para el
cielo.—
Joyas de los Testimonios 1:173 (1864)
.
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