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Mente, Carácter y Personalidad 2
Humanidad y divinidad en momentos de conflicto
El Señor siempre asigna una tarea a cada ser humano. Esta es
la cooperación divino-humana. Aquí conocemos al hombre que
obedece la luz que se le ha dado. Si Saúl hubiera dicho: “Señor, no
me siento inclinado en lo más mínimo a seguir tus indicaciones para
obrar mi propia salvación”, todo habría sido inútil, aunque Dios le
hubiera dado diez veces más luz.
La obra del hombre es colaborar con Dios. Y el conflicto más
duro y más severo se produce cuando llega la hora de la gran reso-
lución del ser humano de someter su voluntad y sus caminos a la
voluntad y los caminos de Dios, y confiar en las influencias de la
gracia que lo han acompañado durante toda su vida. El hombre debe
llevar a cabo esta obra de sometimiento, “porque Dios es el que en
vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.
Filipenses 2:13
. El carácter determinará la naturaleza de la decisión
y la acción. La acción no estará de acuerdo con los sentimientos y
la inclinación, sino con el conocimiento de la voluntad de nuestro
Padre que está en los cielos. Sigan y obedezcan la dirección del
Espíritu Santo.—
Carta 135, 1898
.
Hablen acerca del poder de Dios
Cuando se les pregunte cómo se sienten, no se pongan a pensar
en cosas tristes que puedan decir para captar simpatía. No mencionen
su falta de fe ni sus pesares y padecimientos. El tentador se deleita
al oír tales cosas. Cuando hablan de temas lóbregos, glorifican al
maligno. No debemos espaciarnos en el gran poder que tiene Satanás
para vencernos. Muchas veces nos entregamos en sus manos con
solo referirnos a su poder.
Más bien conversemos del gran poder de Dios para unir todos
nuestros intereses con los suyos. Contemos lo relativo al incompa-
rable poder de Cristo, y hablemos de su gloria. El cielo entero se
interesa por nuestra salvación. Los ángeles de Dios, que son miles de
miles y millones de millones, tienen la misión de atender a los que
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han de ser herederos de la salvación. Nos guardan del mal y repelen
las fuerzas de las tinieblas que procuran destruirnos. ¿No tenemos
motivos de continuo agradecimiento, aun cuando haya aparentes