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Mente, Carácter y Personalidad 2
Hagan de Dios su confidente
Cada uno necesita una experiencia práctica respecto de confiar
en Dios por sí mismo. Que ningún hombre llegue a ser su confi-
dente; abran su corazón a Dios; cuéntenle todo secreto de su alma.
Preséntenle sus dificultades, grandes y pequeñas, y él les mostrará
cómo salir de todas. Solo él puede saber cómo darles precisamente
la ayuda que necesitan.—
Obreros Evangélicos, 432, 433 (1915)
.
Confesé mis pecados a Dios y él me los perdonó
No es digno de alabanza hablar de nuestras debilidades y des-
alientos. Que cada cual diga: “Siento mucho haber cedido a la tenta-
ción; mis oraciones son muy débiles y mi fe muy frágil. No tengo
excusa que explique por qué mi vida religiosa está tan atrofiada. Pero
estoy tratando de lograr un carácter perfecto en Cristo. He pecado, y
sin embargo amo a Jesús. He caído muchas veces, no obstante lo cual
él ha extendido su mano para salvarme. He hablado con él acerca de
todas mis equivocaciones. He confesado con vergüenza y pesar lo
que he deshonrado. Miré a la cruz y dije: sufrió todo esto por mí. El
Espíritu Santo me ha mostrado mi ingratitud, mi pecado de exponer
a Cristo a la vergüenza. El que no conoció pecado ha perdonado mi
pecado. Me invita a participar de una vida más elevada, más noble,
y yo prosigo hacia lo que está delante de mí”.—
Manuscrito 161,
1897
.
No hay virtud especial en confesarse ante un hombre
Espero que nadie llegue a la conclusión de que se gana el favor de
Dios mediante la confesión de los pecados, o que hay alguna virtud
especial en confesarse ante otros seres humanos. Debe manifestarse
en la experiencia esa fe que obra por el amor y purifica el alma. El
amor de Cristo subyugará las inclinaciones carnales. La verdad no
solo lleva en sí misma la evidencia de su origen celestial, sino que
prueba que por medio de la gracia del Espíritu de Dios es eficaz
para la purificación del alma. El Señor quiere que acudamos a él
diariamente con todas nuestras dificultades y que le confesemos
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nuestros pecados, y nos dará descanso si llevamos su yugo y su
carga. Su Santo Espíritu, mediante su influencia llena de gracia,