Página 481 - Mente, Car

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Apéndice a—Consejo a una mujer deprimida
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Otro refugio yo no tengo,
mi alma depende solo de ti.
¡Oh, no me dejes sola!
Sigue apoyándome y consolándome.
Pongo toda mi confianza en ti,
todo mi auxilio proviene de ti.
Cubre mi cabeza indefensa
con la sombra de tus alas.
En ti encuentro abundancia de gracia,
que alcanza para perdonar todos mis pecados.
Haz que tus corrientes sanadoras sobreabunden.
Purifícame por dentro y manténme pura.
Tú eres la Fuente de la vida,
permíteme beber de ella en abundancia.
Entra en mi corazón,
levántame para toda la eternidad.—
Carta 35, 1887
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