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Mente, Cáracter y Personalidad 2
de pecado no quiere apartarse de la luz del cielo.—
Historia de los
Patriarcas y Profetas, 340, 341 (1890)
.
Qué hacer cuando tenemos miedo
—Solamente la sensación
de la presencia de Dios puede desvanecer el temor que, para el
niño tímido, haría de la vida una carga. Grabe él en su memoria
la promesa: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le
temen, y los defiende”.
Salmos 34:7
. Lea la maravillosa historia de
Eliseo cuando estaba en la ciudad de la montaña y había entre él
y el ejército de enemigos armados un círculo poderoso de ángeles
celestiales. Lea cómo se le apareció el ángel de Dios a Pedro cuando
estaba en la prisión, condenado a muerte; cómo lo libertó, pasando
por entre los guardianes armados y las macizas puertas de hierro con
sus cerrojos y barrotes.
Lea acerca de la escena desarrollada en el mar, cuando Pablo,
el prisionero, en viaje al lugar donde iba a ser juzgado y ejecutado,
dirigió a los soldados y marineros náufragos, abatidos por el cansan-
cio, la falta de sueño y el hambre, estas grandes palabras de valor
y esperanza: “Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no
habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros... Porque esta noche
ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo,
diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César;
y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo”.
Con fe en esta promesa, Pablo aseguró a sus compañeros: “Pues ni
aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá”. Así
ocurrió. Por el hecho de estar en ese barco un hombre por medio del
cual Dios podía obrar, todo el contingente de soldados y marineros
paganos se salvó. “Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a
tierra”.
Hechos 27:22-24
.—
La Educación, 255, 256 (1903)
.
Los tratos de Dios son claros
—Pero al mismo tiempo no quiere
que nos engañemos. El no nos dice: “No temas; no hay peligro en tu
camino”. El sabe que hay pruebas y peligros, y nos lo ha manifestado
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abiertamente. El no ofrece quitar a su pueblo de en medio de este
mundo de pecado y maldad, sino que le presenta un refugio que
nunca falla. Su oración por los discípulos fue: “No ruego que los
quites del mundo, sino que los guardes del mal”. “En el mundo—
dice—tendréis tribulación; pero tened buen ánimo; yo he vencido al
mundo”.
Juan 17:15; 16:33
.—
El Camino a Cristo, 124 (1892)
.