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Mente, Cáracter y Personalidad 2
por su amor y consideración generosa, quebrantó todas las barreras.
La incredulidad queda rara vez vencida por la controversia. Se pone
más bien en guardia y halla nuevo apoyo y excusa. Pero revélese a
Jesús en su amor y misericordia como el Salvador crucificado, y de
muchos labios antes indiferentes se oirá el reconocimiento de Tomás:
“¡Señor mío, y Dios mío!”—
El Deseado de Todas las Gentes, 748
(1898)
.
No pronunciemos palabras de controversia ante un enfer-
mo
—A la cabecera del enfermo, evítese toda palabra acerca de
dogmas o controversias. Diríjase la atención del enfermo hacia
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Aquel que quiere salvar a todos los que a él acuden con fe. Con
fervor y ternura, procúrese ayudar al alma pendiente entre la vida y
la muerte.—
El Ministerio de Curación, 83 (1905)
.
La controversia no es provechosa
—No debemos entrar en con-
troversia con quienes sustentan teorías falsas. La controversia es
inútil. Cristo nunca entró en discusiones. El arma empleada por el
Redentor del mundo fue: “Escrito está”. Adhirámonos a la Palabra.
Dejemos que el Señor Jesús y sus mensajeros den testimonio. Sabe-
mos que su testimonio es verdadero.—
Notas Biográficas de Elena
G. de White, 101 (1915)
.
La controversia muy pocas veces suaviza las cosas
—Los mu-
chos sermones argumentativos predicados, raramente suavizan y
subyugan el alma.—
El Evangelismo, 130 (1892)
.
El enfoque positivo es más poderoso
—No tengáis un espíritu
de controversia. Los discursos denunciatorios hacen muy poco bien.
El método más seguro para destruir las falsas doctrinas consiste en
predicar la verdad. Mantened una actitud positiva. Dejad que las pre-
ciosas verdades del Evangelio maten la fuerza del mal. Manifestad
un espíritu tierno y misericordioso hacia los que yerran. Acercaos a
los corazones.—
El Evangelismo, 224 (1902)
.
No obstante, hay una controversia que despierta las men-
tes
—En todos los tiempos los mensajeros elegidos por Dios fueron
víctimas de insultos y persecuciones; no obstante, el conocimiento
de Dios se difundió por medio de sus aflicciones. Cada discípulo
de Cristo debe ocupar un lugar en las filas para adelantar la misma
obra, sabiendo que todo cuanto hagan los enemigos redundará en
favor de la verdad. El propósito de Dios es que la verdad se ponga al
frente para que llegue a ser tema de examen y discusión, a pesar del