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Mente, Cáracter y Personalidad 2
Debemos educar la mente para que ejerza fe
—La fe obra por
el amor y purifica el alma de todo egoísmo. De este modo el alma se
prefecciona en el amor. Y habiendo encontrado gracia y misericordia
por medio de la preciosa sangre de Cristo, ¿cómo podríamos dejar
de ser tiernos y misericordiosos? “Por gracia sois salvos por medio
de la fe”.
Efesios 2:8
. Se debería adiestrar la mente para ejercer fe
en lugar de albergar dudas, sospechas y celos. Estamos demasiado
inclinados a considerar los obstáculos como imposibilidades.
Tener fe en las promesas de Dios, avanzar por fe, seguir hacia
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adelante sin ser gobernados por las circunstancias, es una lección
difícil de aprender. Pero aprender esta lección es una absoluta nece-
sidad para cada hijo de Dios. Siempre se debería albergar la gracia
de Dios otorgada por medio de Cristo; porque se nos da como la
única manera de aproximarnos a Dios. La fe en las palabras de
Dios, pronunciadas por Cristo cuando estaba envuelto en la columna
de nube, habría capacitado a los hijos de Israel para dejarnos una
historia muy diferente. Su falta de fe en Dios influyó para que su
historia fuera muy distinta.—
Manuscrito 43, 1898
.
Fe y presunción
—Algunos han profesado tener mucha fe en
Dios, dones especiales y extraordinarias respuestas a sus oraciones
aunque no haya evidencia de todo ello. Han creído que la presunción
es fe. La oración de fe nunca se pierde; pero pretender que siempre
será respondida de la misma manera y en relación con el motivo
particular que estamos esperando, es presunción.—
Testimonies for
the Church 1:231 (1861)
.
Presunción: falsificación satánica de la fe
—La fe no va en
ningún sentido unida a la presunción. Sólo el que tenga verdadera
fe se halla seguro contra la presunción. Porque la presunción es
la falsificación satánica de la fe. La fe se aferra a las promesas de
Dios, y produce la obediencia. La presunción también se aferra a las
promesas, pero las usa como Satanás, para disculpar la transgresión.
La fe habría inducido a nuestros primeros padres a confiar en el
amor de Dios, y a obedecer sus mandamientos. La presunción los
indujo a transgredir su ley, creyendo que su gran amor los salvaría
de las consecuencias de su pecado. No es fe lo que reclama el favor
del Cielo sin cumplir las condiciones bajo las cuales se concede
una merced. La fe verdadera tiene su fundamento en las promesas