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La formación del carácter
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Los caracteres indisciplinados son inestables
—Los caracte-
res formados por las circunstancias son inestables y discordantes;
son una masa de contradicciones. Sus poseedores no tienen un ele-
vado propósito en la vida. No ejercen una influencia ennoblecedora
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sobre los caracteres de los demás. Carecen de propósito y no tienen
poder.—
Testimonies for the Church 4:657 (1881)
.
Nadie puede perjudicar más su carácter que uno mismo
Es de esperar que circulen informes falsos acerca de nosotros, pero
si seguimos una conducta recta, si permanecemos indiferentes ante
esas cosas, otros también serán indiferentes. Dejemos a Dios el
cuidado de nuestra reputación... La calumnia, con el tiempo puede
desaparecer por nuestra manera de vivir; pero no desaparecerá con
palabras de indignación. Sea nuestro gran anhelo comportarnos
movidos por el temor de Dios, demostrando con nuestra conducta
que dichos informes son falsos.
Nadie puede perjudicar nuestro carácter tanto como nosotros
mismos. Los árboles débiles y las cosas bamboleantes necesitan que
se los apuntale continuamente. Cuando nos mostramos tan preocu-
pados por proteger nuestra reputación contra los ataques externos,
damos la impresión de que ella no es intachable delante de Dios y
que, por lo tanto, hay que protegerla todo el tiempo.—
Comentario
Bíblico Adventista 3:1179 (1887)
.
Controlado por la voluntad
—Usted no puede dominar sus im-
pulsos, sus emociones según lo desee, pero puede dominar la vo-
luntad y realizar un cambio completo en su vida. Entregando su
voluntad a Cristo, su vida quedará oculta con Cristo en Dios, y
aliada al poder que está sobre todos los principados y potestades.
Obtendrá de Dios fuerza que lo mantendrá firme en su fuerza; y una
nueva luz, la luz de la fe viva, le será posible... Habrá en usted un
poder, un fervor y una sencillez que lo harán instrumento pulido en
las manos de Dios.—
Testimonios Selectos 4:157, 158 (1889)
.
Los defectos pueden ser vencidos
—No digáis que no podéis
remediar vuestros defectos de carácter. Si llegáis a esta conclusión,
dejaréis ciertamente de obtener la vida eterna. La imposibilidad
reside en vuestra propia voluntad. Si no queréis, no podréis vencer.
La verdadera dificultad proviene de la corrupción de un corazón no
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santificado y de la falta de voluntad para someterse al gobierno de
Dios.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 266; 231 (1900)
.