Página 182 - Mente, C

Basic HTML Version

178
Mente, Cáracter y Personalidad 2
es la ley de la administración divina, una ley por medio de la cual
Dios determina que se mantengan las corrientes de la beneficencia,
así como las aguas del gran abismo, en constante circulación, regre-
san perpetuamente a su fuente. En el cumplimiento de esta ley se
encuentra el poder de las misiones cristianas.—
Testimonies for the
Church 7:170 (1902)
.
Leyes que gobiernan la naturaleza física
—En la providencia
de Dios, las leyes que gobiernan nuestra naturaleza física, con las
sanciones que resultan de su violación, se han expuesto con tanta
claridad, que los seres inteligentes las pueden entender, y todos están
bajo la más solemne obligación de estudiar este tema y vivir en
armonía con la ley natural. Deben exponerse los principios de la
salud, y la mente del público debe ser intensamente sacudida por
esta investigación.—
The Review and Herald, 11 de febrero de 1902
.
Los hábitos físicos correctos promueven la superioridad mental.
La potencia intelectual, el vigor físico y la duración de la vida depen-
den de leyes inmutables. El Dios de la naturaleza no se interpondrá
para preservar a los hombres de las consecuencias de la violación de
los requerimientos de la naturaleza. El que lucha por el señorío debe
ser temperante en todas las cosas. La claridad mental y la firmeza de
propósito de Daniel, su poder para adquirir conocimientos y resistir
la tentación, se debían en extenso grado a la sencillez de su régimen
alimentario, en relación con su vida de oración.—
Mensajes para los
Jóvenes, 240 (1903)
.
[590]
La siembra y la cosecha
—En las leyes por las cuales Dios rige
la naturaleza, el efecto sigue a la causa con certeza infalible. La
siega testificará de lo que fue la siembra. El obrero perezoso será
condenado por su obra. La cosecha testifica contra él. Así también
en las cosas espirituales: se mide la fidelidad de cada obrero por
los resultados de su obra. El carácter de su obra, sea él diligente o
perezoso, se revela por la cosecha. Así se decide su destino para la
eternidad.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 62; 56 (1900)
.
Hay quienes creen solamente en lo que entienden
—Hay hom-
bres que declaran orgullosamente que sólo creen en lo que entienden.
Pero la insensatez de su pretendida sabiduría resulta evidente para
toda mente capaz de pensar. Hay misterios en la vida humana y en
las manifestaciones del poder de Dios sobre las obras de la naturale-
za, que ni la filosofía más profunda ni la investigación más amplia