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Mente, Cáracter y Personalidad 2
hablar de insensateces sentimentales, se ha alejado de Dios, y va
muriendo para las aspiraciones altas y nobles. Los tales interpretan lo
sensual y terrenal como si fuese celestial.—
Joyas de los Testimonios
2:242 (1889)
.
En procura de simpatía humana
—Cuando la conversación es
de carácter frívolo y es una desasosegada búsqueda de simpatía y
aprecio humano, brota de un sentimentalismo amoroso enfermizo,
y ni los jóvenes ni los hombres de canas están seguros. Cuando
la verdad de Dios sea un principio permanente en el corazón, se
asemejará a una fuente viva. Pueden hacerse tentativas para repri-
mirla, pero brotará en otro lugar. Si está en el corazón no puede
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ser reprimida. Cuando la verdad está en el corazón es un manantial
de vida. Refresca a los cansados, y refrena los pensamientos y las
palabras viles.—
Joyas de los Testimonios 2:242 (1889)
.
Nunca pronuncies una palabra de duda
—Todos tenemos
pruebas, aflicciones duras que sobrellevar y tentaciones fuertes que
resistir. Pero no las cuentes a los mortales, antes lleva todo a Dios en
oración. Tengamos por regla no proferir nunca palabras de duda o
desaliento. Si hablas palabras de santo gozo y de esperanza, podrás
hacer mucho más para alumbrar el camino de otros y fortalecer sus
esfuerzos.—
El Camino a Cristo, 121 (1892)
.
Nuestras palabras ejercen influencia sobre nosotros
—Las
palabras son más que un indicio del carácter; tienen poder para
influir sobre el carácter. Los hombres sufren la influencia de sus
propias palabras. Con frecuencia, bajo un impulso momentáneo,
provocado por Satanás, expresan celos o malas sospechas, dicen
algo que no creen en realidad; pero la expresión reacciona sobre
los pensamientos. Son engañados por sus palabras, y llegan a creer
como verdad lo que dijeron por instigación de Satanás. Habiendo
expresado una vez una opinión o decisión, son con frecuencia, de-
masiado orgullosos para retractarse, y tratan de demostrar que tienen
razón, hasta que llegan a creer que realmente la tienen.
Es peligroso pronunciar una palabra de duda, y poner en tela
de juicio y criticar la verdad divina. La costumbre de hacer críticas
descuidadas e irreverentes influye sobre el carácter y fomenta irreve-
rencia e incredulidad. Más de un hombre que seguía esta costumbre
ha proseguido, inconsciente del peligro, hasta que estuvo dispuesto a