Página 189 - Mente, C

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La comunicación
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criticar y rechazar la obra del Espíritu Santo.—
El Deseado de Todas
las Gentes, 290 (1898)
.
Los reproches reaccionan sobre nosotros mismos
—Las pala-
bras de reproche influyen sobre nuestras propias almas. El adiestra-
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miento de la lengua debería comenzar con nosotros personalmente.
No hablemos mal de nadie.—
Manuscrito 102, 1904
.
Pronunciemos palabras de valor y esperanza
—Hay más de
un alma valiente, acosada en extremo por la tentación, casi a punto
de desmayar en el conflicto que sostiene consigo misma y con las
potencias del mal. No la desalientes en su dura lucha. Alégrala con
palabras de valor, ricas en esperanza, que la impulsen por su camino.
De este modo la luz de Cristo resplandecerá de ti. “Ninguno de
nosotros vive para sí”.
Romanos 14:7
. Por tu influencia inconsciente
pueden los demás ser alentados y fortalecidos, o desanimados y
apartados de Cristo y de la verdad.—
El Camino a Cristo, 121 (1892)
.
Pequeños actos de cortesía y palabras afectuosas
—Son las
pequeñas atenciones, los numerosos incidentes cotidianos y las sen-
cillas cortesías, las que constituyen la suma de la felicidad en la vida;
y el descuido manifestado al no pronunciar palabras bondadosas,
afectuosas y alentadoras ni poner en práctica las pequeñas cortesías,
es lo que contribuye a formar la suma de la miseria de la vida. Se
encontrará al fin que el haberse negado a sí mismo para bien y fe-
licidad de los que nos rodean, constituye una gran parte de lo que
se registra en el cielo acerca de la vida. Se descubrirá también el
hecho de que preocuparse de sí mismo, sin tener en cuenta el bien o
la felicidad de los demás, no deja de ser notado por nuestro Padre
celestial.—
Joyas de los Testimonios 1:206 (1868)
.
Evitemos el sarcasmo, la indiferencia y la burla
—Debemos
manifestar preciosos tesoros de amor, no sólo para los favoritos,
sino para cada alma que tiene la mano y el corazón en el ministerio;
porque todos los que hacen esta obra son del Señor. El obra por
medio de ellos. Aprenden lecciones de amor de la vida de Jesús.
Tengan cuidado los hombres acerca de cómo hablan a sus seme-
jantes. No debe haber ni egotismo, ni señorío sobre la heredad del
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Señor. El sarcasmo amargo no debería surgir en ninguna mente ni en
ningún corazón. Ni siquiera el matiz de la burla debería manifestarse
en la voz. Pronuncien una palabra egoísta, asuman una actitud indi-