Página 209 - Mente, C

Basic HTML Version

Los hábitos
205
parientes más queridos.—
Testimonies for the Church 3:499, 500
(1875)
.
Las tendencias heredadas y cultivadas se convierten en hábi-
tos
—La gran tendencia de Judas hacia el mal, heredada y cultivada,
fue la codicia. Y al llevarla a la práctica se convirtió en un hábito
que él manifestó en todos los negocios. Los principios cristianos de
rectitud y justicia no tenían lugar en sus ventas ni en sus compras.
Sus hábitos económicos desarrollaron en él una actitud mezquina
que se convirtió en una trampa fatal. La obtención de ganancias
fue la medida de su experiencia religiosa, y toda verdadera justicia
estaba subordinada a esto. Aunque en lo externo seguía siendo dis-
cípulo, en la misma presencia de Cristo se apropió de medios que
[622]
pertenecían a la tesorería del Señor.—
Manuscrito 28, 1897
.
Los hábitos deciden el futuro
—Hay que recordar que la juven-
tud está formando hábitos que, en nueve casos de cada diez, decidirán
su futuro. La influencia de las compañías que tienen, de las amista-
des que entablan y de los principios que adoptan, los acompañarán
toda la vida.—
Testimonies for the Church 4:426 (1880)
.
Los malos hábitos se forman con más facilidad que los bue-
nos
—Los niños son especialmente susceptibles a las impresiones; y
las lecciones que aprenden en los primeros años los acompañarán
toda la vida. Toda la información que adquieran nunca contrarrestará
los malos resultados de la falta de disciplina en la infancia. Un des-
cuido, repetido a menudo, forma hábito. Una mala acción prepara el
camino para otra. Esa acción, repetida, forma hábito.
Los malos hábitos se forman con más facilidad que los buenos,
y se los abandona con más dificultad. Se necesita menos tiempo y
menos trabajo para malograr la disposición de un niño, que para
imprimir principios y hábitos de justicia sobre las tablas del alma.
Sólo mediante una constante vigilancia y una acción que contrarreste
el mal, podemos tener esperanza de que la disposición se enderece.
El Señor estará con ustedes, madres, mientras tratan de formar
buenos hábitos en sus hijos. Pero tendrán que empezar pronto el
proceso de adiestramiento, o su futura tarea será muy difícil. Ensé-
ñenles línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí
y un poquito allá. Recuerden que sus hijos pertenecen a Dios, y
que deben convertirse en hijos e hijas de él. Su intención es que