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Mente, Cáracter y Personalidad 2
deben ser puros, las meditaciones del corazón limpias, a fin de que
las palabras de la boca sean aceptables al Cielo y beneficiosas para
los que se relacionan con nosotros.
Cristo dijo a los fariseos: “¡Generación de víboras! ¿Cómo po-
déis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del
corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón
saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas
cosas”.
Mateo 12:34, 35
.—
The Review and Herald, 12 de junio de
1888
.
[684]
El pecado abierto revela pensamientos subyacentes
—El mo-
mento de tentación, en que posiblemente se caiga en pecado gravoso,
no crea el mal que se manifiesta; sólo desarrolla o revela lo que esta-
ba latente y oculto en el corazón. “Porque cual es su pensamiento en
su corazón, tal es él”, ya que del corazón “mana la vida”.
Proverbios
23:7; 4:23
.—
El Discurso Maestro de Jesucristo, 54 (1896)
.
La obligación de controlar los pensamientos
—En el sermón
de la montaña Jesús les presentó a sus discípulos los abarcantes
principios de la ley de Dios. Les enseñó a sus oyentes que la ley se
transgredía en pensamiento antes que el mal deseo se convirtiera en
un acto. Tenemos la obligación de controlar nuestros pensamientos
y ponerlos en sujeción a la ley de Dios. Las nobles facultades de
la mente nos han sido dadas por Dios para que las empleemos en
la contemplación de las cosas celestiales. El Señor ha provisto en
abundancia para que el alma progrese continuamente en la vida
divina. Nos ha puesto instrumentos en cada mano para ayudarnos
en nuestro desarrollo en el conocimiento de la virtud.—
The Review
and Herald, 12 de junio de 1888
.
Las mentes naturales, no adiestradas, no están motivadas
por elevados ideales
—Si se le permite a la mente natural y egoísta
seguir sus propios deseos pecaminosos, obrará sin motivos elevados,
sin propender a la gloria de Dios, o al beneficio de la humanidad.
Los pensamientos serán pecaminosos, única y continuamente peca-
minosos... El Espíritu de Dios produce una nueva vida en el alma,
conduciendo los pensamientos y los deseos a la obediencia de la
voluntad de Cristo.—
Nuestra Elavada Vocacion, 115 (1888)
.
El adversario no puede leer los pensamientos
—El adversario
de las almas no puede leer los pensamientos de los hombres, pero
es un agudo observador y toma nota de las palabras. Registra las