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Mente, Cáracter y Personalidad 2
del monte de Sion. Decida que allí hay un tesoro que usted puede
conseguir.—
Manuscrito 17, 1894
.
Una palabra de duda da lugar a muchas más
—Una sola pa-
labra de duda, o relativa a malos pensamientos y malas expresiones,
da lugar a muchas más de la misma clase. Es la siembra de una
semilla que dará lugar a una cosecha que nadie tendrá interés en
levantar.—
Carta 117, 1896
.
Las semillas de la duda yacen ocultas
—Los que están pertur-
bados por las dudas y tienen dificultades que no pueden resolver, no
deberían arrojar a otras mentes débiles en las mismas perplejidades.
Algunos han sugerido su incredulidad, han hablado acerca de ella,
y la han transmitido a otros, sin darse cuenta del efecto que esto
produce. En algunos casos las semillas de incredulidad han produ-
cido un efecto inmediato, mientras que en otros han permanecido
sepultadas por mucho tiempo, hasta que el individuo ha asumido una
conducta equivocada y le ha dado lugar al enemigo, se le ha quitado
la luz de Dios y ha caído bajo las poderosas tentaciones de Satanás.
Entonces las semillas de incredulidad, que habían sido sembradas
hacía tanto tiempo, comenzaron a germinar. Satanás las cultivó, y
dieron su fruto.
Todo lo que provenga de los ministros que deberían estar en la
luz, ejerce una poderosa influencia. Y cuando no permanecen en
la clara luz de Dios, Satanás los usa como instrumentos suyos, y
lanza sus dardos de fuego por medio de ellos hacia las mentes que
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no están preparadas para resistir lo que estaban recibiendo de sus
ministros.—
Testimonies for the Church 1:378 (1863)
.
Nuestro deber es creer
—Crean que la palabra de Dios no fa-
llará, sino que el que prometió es fiel. Es deber de Uds. creer que
Dios cumplirá su palabra y perdonará sus pecados, tanto como lo es
el confesarlos. Deben ejercer fe en Dios como en alguien que hará
justamente lo que ha dicho, a saber, perdonarles todas sus transgre-
siones.
¿Cómo podemos saber que el Señor es realmente nuestro Salva-
dor, que perdona nuestros pecados, y así experimentar profundamen-
te su bendición, la gran gracia y el amor que ha asegurado a los de
contrito corazón, a menos que creamos cabalmente en su palabra?
Oh, cuántos hay que andan dolientes, pecando y arrepintiéndose,