Página 285 - Mente, C

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La voluntad y la decisión
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a la mente humana se le debe enseñar el dominio propio. Debe
educársela para que rija al ser humano, mientras que los animales
son controlados por un amo, y se les enseña a someterse a él. El amo
es mente, juicio y voluntad para la bestia.—
Joyas de los Testimonios
1:315 (1872)
.
La voluntad debe ser orientada, no destruida
—Un niño pue-
de ser educado de manera que no tenga voluntad propia, como el
animal. Aun su individualidad puede fundirse con la de aquel que
dirige su adiestramiento; para todos los fines y propósitos, su volun-
tad está sometida a la voluntad del maestro. Los niños así educados
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serán siempre deficientes en energía moral y responsabilidad in-
dividual. No se les ha enseñado a obrar por la razón y los buenos
principios; sus voluntades han sido controladas por otros y su mente
no ha sido despertada para que se expanda y fortalezca por el ejerci-
cio. Sus temperamentos peculiares y capacidades mentales no han
sido dirigidos ni disciplinados para ejercer facultades más poderosas
cuando lo necesiten.
Los maestros no deben detenerse allí, sino que deben dar aten-
ción especial al cultivo de las facultades más débiles, para que se
cumplan todos los deberes, y se las desarrolle de un grado de fuerza
a otro a fin de que la mente alcance las debidas proporciones.—
Joyas
de los Testimonios 1:315 (1872)
.
Economice toda la fuerza de la voluntad
—El intento de que-
brantar la voluntad contraría los principios de Cristo. La voluntad
del niño debe ser dirigida y guiada. Salvad toda la fuerza de la vo-
luntad, porque el ser humano la necesita toda; pero dadle la debida
dirección. Tratadla sabia y tiernamente, como un tesoro sagrado. No
la desmenucéis a golpes; sino amoldadla sabiamente, por precepto
y verdadero ejemplo, hasta que el niño llegue a los años cuando
pueda llevar responsabilidad.—
Consejos para los Maestros Padres y
Alumnos, 111; 90 (1913)
.
Los maestros no deben ser dictadores
—Aquellos que son
egoístas, irritables, imperiosos, groseros y ásperos, y que no tie-
nen mucha consideración para con los sentimientos ajenos, nunca
deberían ser empleados como maestros. Tendrían una influencia
desastrosa sobre sus alumnos, amoldándolos según su propio carác-
ter y perpetuando así el mal. Las personas de este genio harán un
esfuerzo para quebrantar la voluntad del niño, si se muestra ingo-