Página 317 - Mente, C

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La ciencia satánica de la exaltación propia
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carácter. Eso no es progreso, sino retroceso.—
El Conflicto de los
Siglos, 610, 611 (1911)
.
No está en las enseñanzas de Cristo
—Se me indicó que el
pasaje de (
Colosenses 2:8
) se aplicaba especialmente al espiritis-
mo moderno: “Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas
sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los ele-
mentos del mundo, y no según Cristo”. Me fue mostrado que miles
de personas, afectadas por la filosofía de la frenología y el magne-
tismo animal, han sido impulsadas a la incredulidad. Si la mente se
encamina en esa dirección, es casi seguro que perderá su equilibrio
y quedará dominada por un demonio.
“Vanas sutilezas” llenan la mente de los pobres mortales. Se
creen poseedores de un poder capaz de realizar grandes obras, y no
sienten la necesidad de un poder superior. Sus principios y su fe son
“conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo”.
Jesús no les ha enseñado esta filosofía. Nada de esta índole pue-
de hallarse en sus enseñanzas. El no dirigió la mente de los pobres
mortales a sí mismos, como si poseyesen algún poder. Siempre la
dirigía hacia Dios, el creador del universo, como fuente de su forta-
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leza y sabiduría. En el
versículo 18
se da una amonestación especial:
“Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los
ángeles, metiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado en el
sentido de su propia carne”.—
Joyas de los Testimonios 1:96 (1862)
.
¿Responsable sólo ante sí mismo?
—[Esta teoría] ha hecho
morir y está haciendo morir a miles de personas por la satisfacción
de las pasiones, embruteciendo así la naturaleza humana. Y para
completar su obra, declara por intermedio de los espíritus, que “el
verdadero conocimiento coloca a los hombres por encima de toda
ley”; que “cualquier cosa es buena”; que “Dios no condena”; y
que “todos los pecados que se cometen no envuelven culpabilidad
alguna”.
Cuando la gente es inducida así a creer que el deseo es ley supre-
ma, que la libertad es licencia y que el hombre sólo es responsable
ante sí mismo, ¿quién puede admirarse de que la corrupción y la
depravación abunden por todas partes? Las multitudes aceptan con
avidez las enseñanzas que les dan libertad para obedecer los impul-
sos carnales. Se da rienda suelta a la lujuria y el hombre pierde el
imperio sobre sí mismo; las facultades del espíritu y del alma son