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Mente, Cáracter y Personalidad 2
Tratar con las mentes es la obra más hermosa a la que puedan de-
dicarse los seres humanos. No todos están en condiciones de corregir
a los que yerran. No tienen la sabiduría necesaria para tratar con
justicia, mientras siguen amando la misericordia. No se sienten in-
clinados a ver la necesidad de mezclar el amor y la tierna compasión
con las fieles reprensiones. Algunos son innecesariamente severos
y no ven la necesidad de poner en práctica el consejo del apóstol:
“A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos
del fuego”.
Judas 22, 23
.—
Testimonies for the Church 3:269, 270
(1873)
.
El intelecto humano no es omnipotente
—Un claro concepto
de lo que es Dios y de lo que quiere que seamos, hará que tengamos
una humilde opinión de nosotros mismos. Los que estudien recta-
mente la Sagrada Palabra descubrirán que el intelecto humano no
es omnipotente; que sin la ayuda que sólo Dios puede dar, la forta-
leza y la sabiduría humanas no son sino debilidad e ignorancia.—
Testimonies for the Church 5:24 (1882)
.
Manifestemos la gracia de Cristo
—Dios quiere que todo indi-
viduo mire menos a lo finito, que dependa menos de los hombres.
Tenemos consejeros que dan evidencia de que no conocen la gracia
de Cristo y no entienden la verdad como es en Jesús.
Los colaboradores de Dios tienen una opinión humilde de sí
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mismos. No son jactanciosos, no tienen suficiencia propia, no se
ensalzan a sí mismos. Son longánimes, bondadosos, llenos de mise-
ricordia y buenos frutos. La ambición humana ocupa una posición
subordinada en ellos. La justicia de Cristo los precede, y la gloria
del Señor es su retaguardia.—
Testimonios para los Ministros, 215,
216 (1895)
.
Preguntas para los consejeros
—Cuando hemos procurado pre-
sentar la reforma pro salud a nuestros hermanos, y les hemos hablado
de la importancia de comer, beber y hacer para gloria de Dios todo lo
que hacen, muchos han justificado sus acciones diciendo: “A nadie
le importa si comemos esto o aquello; nosotros mismos hemos de
soportar las consecuencias de lo que hacemos”.
Estimados amigos, estáis muy equivocados. No sois los únicos
que habéis de sufrir como consecuencia de una conducta errónea.
En cierta medida, la sociedad a la cual pertenecéis sufre por causa
de vuestros errores tanto como vosotros mismos. Si sufrís como