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Mente, Cáracter y Personalidad 2
lizar vuestras energías y conduciros al desánimo.—
Nuestra Elavada
Vocacion, 96 (1885)
.
La obra especial de Satanás consiste en causar disensión
El descuido por cultivar tierna consideración y paciencia unos para
con otros ha producido disensión, crítica, y desunión en general.
Dios... nos llama... para esforzarnos por responder a la oración
de Cristo para que sus discípulos estuvieron en unidad así como
él está en unidad con el Padre... La obra especial de Satanás es
ocasionar disensión... para que el mundo sea privado del testimonio
más poderoso que los cristianos puedan dar: que Dios ha enviado
a su Hijo para poner en armonía las mentes turbulentas, egoístas,
envidiosas, celosas e intolerantes.—
Nuestra Elavada Vocacion, 239
(1870)
.
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Las fuerzas emocionales negativas causan desorden en todo
el ser
—La envidia y los celos son enfermedades que alteran todas
las facultades del ser. Se originaron con Satanás en el paraíso...
Aquellos que escuchan su voz, rebajarán a otros, y los desfigurarán
y falsificarán a fin de hacerse publicidad a sí mismos. Pero ninguna
cosa que contamina puede entrar en el cielo; a menos que quienes
fomenten este espíritu sean cambiados, nunca podrán entrar allí,
porque criticarían a los mismos ángeles. Envidiarían la corona de
otro. No sabrían de qué hablar, a menos que pudieran traer a consi-
deración los errores y las imperfecciones de los demás.—
Nuestra
Elavada Vocacion, 236 (1897)
.
Un temperamento no santificado pone en peligro la mente y
la vida del evangelista
—La demostración de un temperamento no
santificado, aunque sea en las reuniones del pueblo de Dios, pone en
peligro su mente y su vida. Pregúntese a Ud. mismo: ¿Vale la pena
que siga como hasta ahora, en medio de luchas y contiendas?—
Carta
21, 1901
.
Cuando se pierde el poder de Dios
—Los hombres y las mu-
jeres han sido comprados por precio—y ¡qué precio!—: la vida
misma del Hijo de Dios. Qué cosa terrible es que se ubiquen en un
lugar donde sus facultades físicas, mentales y morales se corrompen,
donde pierden su vigor y su pureza. Tales hombres y mujeres no
pueden ofrecer a Dios un sacrificio aceptable.
Como consecuencia de la perversión de los apetitos y las pasio-
nes, el hombre ha perdido el poder de Dios y se ha convertido en un