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Mente, Cáracter y Personalidad 2
Consejo a alguien inclinado a la melancolía
—Es su deber
combatir los pensamientos opresivos y los sentimientos melancóli-
cos, tanto como lo es orar. Es su deber contrarrestar los instrumentos
del enemigo, y poner mano firme en las riendas tanto de su lengua
como de sus pensamientos. Si en algún momento de su vida Ud. ne-
cesita una porción de gracia, es cuando están trabajando los órganos
digestivos sensibles e inflamados, y Ud. se encuentra preocupado y
cansado.
Tal vez se sorprenda de esto, pero parecería que Ud. hubiera
prometido estar constantemente irritado, e irritar a los demás con
su afán de buscar faltas y sus lúgubres reflexiones. Estos ataques de
indigestión son difíciles, pero mantenga firmes las riendas para no
maltratar con sus palabras a los que son sus mejores amigos, o a los
que son sus enemigos.—
Carta 11, 1897
.
Seguridad de la aprobación de Dios
—La seguridad de la apro-
bación de Dios promoverá la salud física. Esta seguridad fortalece el
alma contra la duda, la perplejidad y la excesiva congoja, que tan a
menudo carcomen las fuerzas vitales e inducen a contraer enferme-
dades nerviosas de la índole más debilitante y angustiosa. El Señor
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ha comprometido su infalible palabra en el sentido de que su ojo
estará sobre los justos, y su oído estará abierto a su oración.—
Notas
Biográficas de Elena G. de White, 299 (1915)
.
Relación entre el pecado y la enfermedad
—Dios ha señalado
la relación que hay entre el pecado y la enfermedad. Ningún médico
puede ejercer durante un mes sin ver esto ilustrado. Tal vez pase por
alto el hecho; su mente puede estar tan ocupada en otros asuntos que
no fije en ello su atención; pero si quiere observar sinceramente, no
podrá menos que reconocer que el pecado y la enfermedad llevan
entre sí una relación de causa a efecto. El médico debe reconocer
esto prestamente y actuar de acuerdo con ello.
Cuando conquistó la confianza de los afligidos al aliviar sus
sufrimientos, y los rescató del borde de la tumba, puede enseñarles
que la enfermedad es el resultado del pecado; y que es el enemigo
caído quien procura inducirlos a seguir prácticas que destruyen
la salud y el alma. Puede inculcar en sus mentes la necesidad de
abnegación y de obedecer las leyes de la vida y la salud. Puede
implantar los principios correctos especialmente en la mente de los
jóvenes.