Página 53 - Mente, C

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Leyes que gobiernan la mente
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cencia del apetito pervertido se cometen algunos pecados de mayor
magnitud.—
Testimonies for the Church 4:30 (1876)
.
La transgresión rompe la armonía
—El mismo poder que sos-
tiene la naturaleza, obra también en el hombre. Las mismas grandes
leyes que guían igualmente a la estrella y al átomo, rigen la vida hu-
mana. Las leyes que gobiernan la acción del corazón para regular la
salida de la corriente de vida al cuerpo, son las leyes de la poderosa
Inteligencia que tiene jurisdicción sobre el alma. De esta Inteligencia
procede toda la vida. Únicamente en la armonía con Dios se puede
hallar la verdadera esfera de acción de la vida. La condición para
todos los objetos de su creación es la misma: Una vida sostenida
por la vida que se recibe de Dios, una vida que esté en armonía con
la voluntad del Creador. Transgredir su ley, física, mental o moral,
significa perder la armonía con el universo, introducir discordia,
anarquía y ruina.—
La Educación, 99, 100 (1903)
.
El efecto sigue a la causa con toda seguridad
—Según las le-
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yes de Dios que rigen en la naturaleza, el efecto sigue a la causa
con invariable seguridad. La siega es un testimonio de la siembra.
Aquí no hay simulación posible. Los hombres pueden engañar a sus
semejantes y recibir alabanza y compensación por un servicio que
no han prestado. Pero en la naturaleza no puede haber engaño. La
cosecha dicta sentencia de condenación para el agricultor infiel. Y en
su sentido superior, esto se aplica también al campo de lo espiritual.
El mal triunfa aparentemente, pero no en realidad. El niño que
por jugar falta a clases, el joven perezoso para estudiar, el empleado
o aprendiz que no cuida los intereses de su patrón, el hombre que en
cualquier negocio o profesión es infiel a sus responsabilidades más
elevadas, puede jactarse de que mientras la falta permanezca oculta
obtiene ciertas ventajas. Pero no es así; se engaña a sí mismo. El
carácter es la cosecha de la vida, y determina el destino tanto para
esta vida como para la venidera.—
La Educación, 108, 109 (1903)
.
El poder del autoengaño
—¡Terrible es el poder del engaño en
la mente humana!—
Joyas de los Testimonios 1:474 (1876)
.
La mente tiene la posibilidad de discriminar
—La mente hu-
mana está dotada de poder para discernir entre lo bueno y lo malo.
Dios quiere que los hombres no decidan por impulso, sino por el
peso de la evidencia, comparando cuidadosamente un pasaje de
la Escritura con otro. Si los judíos hubiesen puesto a un lado los